Ambientes Costumbres Civilizaciones El Sol, espejo de Dios

Plinio Corrêa de Oliveira

Dios nos ha dejado una imagen de sí mismo, más significativa que cualquier otra: el Sol. Si percibiéramos en el Sol la intención de dar un espectáculo, posando en el cielo para ser admirado por nosotros, nos decepcionaríamos. Por el contrario, como no es inteligente, no puede tener intenciones. Nos prodiga beneficios con su luz y su calor, pero en ningún extremo de sus rayos le importa ser bien visto.

Compuesto por una masa de gases en fricción, que generan altísimas temperaturas, no tiene pensamiento, ni conocimiento, ni plan. Arde sin cesar, pero es indiferente a todo y continúa su ciclo.

El Sol brilla con su fuego y penetra en todas partes, iluminando todo. Tiene una ruta diaria, con un aspecto en la aurora, otros a lo largo del día, ambos distintos del ocaso. Según la brillante frase de Edmond Rostand —¡Oh Sol!, sin el cual las cosas serían apenas lo que ellas son— el astro rey agrega a todas las cosas aspectos que en sí mismos no tendrían.

Cuántas auroras, cuántas puestas de sol a lo largo de los años, siglos, milenios, que nunca se repetirán. Pero en aquella existencia tan luminosa y variada, ni siquiera es consciente de que existimos. Lo mejor que hace por nosotros es reflejar continuamente a alguien infinitamente más grande que él. Cuando miramos al cielo, podemos pensar en Dios creador, espíritu puro, y exclamar:

¡Oh Dios, qué grande eres!

San José de Pignatelli y Moncayo El Canto Gregoriano
El Canto Gregoriano
San José de Pignatelli y Moncayo



Tesoros de la Fe N°215 noviembre 2019


Conmemoración de los Fieles Difuntos(2 de Noviembre) ¡Por la misericordia de Dios, descansen en paz!
El Canto Gregoriano Noviembre de 2019 – Año XVIII El médico y los dos enfermos Por qué no hay paz La actitud católica frente a la muerte y la concepción materialista de la vida San José de Pignatelli y Moncayo El Sol, espejo de Dios



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