|
Glorificación festiva de la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo Plinio Corrêa de Oliveira
El cupolone es la cúpula principal de la basílica de San Pedro en Roma, sobre la cual figura una especie de mirador, y en lo alto una esfera dorada sobre la cual hay una cruz. Para usar una expresión que es un tanto doméstica, pero sirve para expresar lo que se quiere, el cupolone está dividido en “gajos”; en otros términos, estrías grandes de piedra, todas ellas de una simetría perfecta, medio azuladas, de un azulado que tiende al plateado, un tanto propenso a reflejar el cielo. El cupolone es tan grande, que dentro suyo se podría construir un edificio, si no me equivoco, de 30 pisos.
Cuando queremos comprender la razón de ser de una persona, no debemos analizarla apenas por la impresión que causa debido a su actuación. Sino que debemos imaginar como quedarían las cosas en caso de que ella muriera, estuviera ausente o no existiera. El mismo principio se aplica para la razón de ser de otros seres. Así, consideremos las pequeñas cúpulas que flanquean al cupolone. ¿Qué función estética ejercen estas dos cúpulas menores? Alguien dirá: constituyen un adorno. Sin embargo, esa respuesta no responde a la pregunta. La indagación es: ¿por qué esto adorna? Imaginemos que no existieran las dos pequeñas cúpulas. ¿No tendríamos la impresión de que el cupolone aplastaría la basílica? En la óptica humana, las dos cúpulas menores como que soportan “psicológicamente” el peso del cupolone y ayudan a aligerar una cosa que, sin ellas, se volvería demasiado pesada. Esta es la razón de ser de las cupulitas. * * * El cupolone de la basílica de San Pedro es el pedestal de la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Es la glorificación festiva de la Santa Cruz del Divino Redentor.
|
Navidad En el “crepúsculo” del Sol de Justicia |
|
El valor del sacrificio en la vida cotidiana No podemos, no debemos pertenecer a la casta de los poetas y románticos que cantan el amor divino, y lo cantan muy hermosamente, pero... ¡ay!, no lo viven. Amor sincero el nuestro, debe ser amor, no de lirismo, sino de obra. ¿En qué consiste?... |
|
Que no se haga mi voluntad, sino la de Dios En la edición anterior se trató del amor eterno de Dios por sus hijos. En este número, presentamos algunas consideraciones de San Francisco de Sales sobre la conformidad con la voluntad de Dios, extraídas de la obra Pensamientos Consoladores. Los teólogos distinguen en Dios dos voluntades:... |
|
San Nicolás, “Papá Noel” y el sentido de la Navidad En la Navidad celebramos el momento culminante de la historia humana, cuando Dios hecho hombre vino al mundo y “habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). El nacimiento del Niño Jesús constituye un desborde inconmensurable de amor divino... |
|
Piedad popular y restauración de la devoción al Corazón de Cristo Los años postconciliares en el Perú fueron malos para la devoción al Corazón de Jesús... |
|
El sombrero - II En un artículo anterior, tratamos del sombrero como símbolo de dignidad; lo analizaremos ahora como expresión de buenos modales y veremos también cómo entró en decadencia antes de casi desaparecer. “¿Quién es aquella señora de sombrero?”, me preguntó un amigo durante... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino