Luis Sergio Solimeo El mensaje de Fátima se puede resumir como un vehemente llamado a la conversión del mundo. La Santísima Virgen presentó la devoción a su Inmaculado Corazón como un medio para obtener gracias especiales para esa conversión. Esta devoción debía manifestarse en la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados y la consagración de Rusia como lo solicitó Nuestra Señora. Si ese camino de misericordia fuera rechazado, se impartiría justicia con la sucesión de castigos que la Madre de Dios enumeró a los pequeños pastores. Una sucesión de castigos La Virgen en Fátima enumeró los siguientes castigos “si [los hombres] no dejan de ofender a Dios”: “En el reinado de Pío XI comenzará otra [guerra] peor; “Rusia… esparcirá sus errores por el mundo; “promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia; “los buenos serán martirizados; “el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; “varias naciones serán aniquiladas”. Cuando, después de toda esta serie de castigos, los hombres finalmente recurran a Dios y se produzca una conversión, no apenas de individuos sino de la sociedad como tal; de naciones, reconociendo la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo y el Reino de María, entonces su promesa se realizará: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”. “Promoviendo guerras…” Sería bueno enfatizar que la Santísima Virgen distingue entre dos tipos de guerra que vendrían como castigo: la Segunda Guerra Mundial y las “guerras” causadas por la difusión de los errores de Rusia. Después de las apariciones de Fátima, además de la Segunda Guerra Mundial hubo innumerables otras guerras, algunas claramente causadas por los comunistas (como en Corea y Vietnam, o la Guerra Civil China conocida como la “Guerra Civil Nacionalista-Comunista” de 1927-1949 , que culminó con la implantación del régimen comunista en China). El factor comunista también estaba trabajando en otras guerras como la Guerra Civil Española de 1936-1939 o la Guerra Civil griega de 1944-1945 y 1946-1949, en que los comunistas fueron derrotados; y en las guerras coloniales en África en los años sesenta y setenta. Además, la guerra de guerrillas comunista se extendió en varios continentes, con grupos guerrilleros todavía muy activos en América del Sur, Asia y África. Finalmente, ¿los “errores de Rusia” no han sido favorecidos por el terrorismo islámico, que busca destruir lo que aún queda de la civilización cristiana en el mundo occidental? ¿De qué otra manera se puede explicar la simpatía mal disimulada de la izquierda internacional hacia los terroristas islámicos? “Persecuciones a la Iglesia…” La Iglesia ha sufrido dos tipos de persecución: sangrienta en algunos países, especialmente musulmanes y comunistas, y persecución mediante leyes y restricciones a la predicación de la doctrina de la Iglesia, particularmente en referencia a la moral, y mediante una ola continua de blasfemias e insultos. “Los buenos serán martirizados…” Téngase en cuenta que la Virgen dijo que los “buenos” serán martirizados. Esto parece indicar que vendrá un tiempo en el que bastará que alguien quiera ser bueno, es decir, que sea fiel a la observancia de los Diez Mandamientos o simplemente de la Ley Natural, incluso sin tomar ninguna postura militante o desafiante, para convertirse en una víctima de quienes propagan o defienden los “errores de Rusia”. Como una cuestión de hecho, el movimiento homosexual ha adquirido tal poder en estos días en los Estados Unidos y en muchos otros países donde las leyes de “delitos de odio” han sido aprobadas, que se puede preguntar si esa persecución no está ya bastante avanzada. De hecho, cada vez es más difícil para cualquier persona vivir de una manera coherente con los principios correctos y rechazar prácticas sexuales antinaturales sin estar sujeto a represalias. “El Santo Padre tendrá mucho que sufrir…” Esta es la consecuencia de la persecución contra la Iglesia y el bien. La Iglesia no es solo la custodia de la Revelación divina, que Ella explica con autoridad, sino que también es la guardiana de la Ley Natural. La Iglesia no puede, en ningún caso, aceptar como legítimos actos tales como el amor libre y la práctica homosexual, que son aberrantes para la naturaleza porque son contrarios a su fin natural. Tarde o temprano, el desprecio que los medios han estado vertiendo sobre los católicos y la Iglesia se volverá contra el mismo Santo Padre, como el ataque contra el Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981, y las profecías de Jacinta a ese respecto nos llevaría a suponer. “Varias naciones serán aniquiladas…” Esta afirmación tiene un significado político, lo que indica que muchas naciones perderán su soberanía y dejarán de existir como naciones independientes; un significado físico y material, como resultado de cataclismos de gran magnitud como un tsunami gigante que destruye toda el área costera; o una sucesión de terremotos, maremotos e incendios; o aún, una hecatombe nuclear que arrasa naciones enteras, dejándolas totalmente despobladas, destruidas, “aniquiladas”; y un significado psicológico y cultural: como ocurrió, por ejemplo, con el Imperio Romano de Occidente como consecuencia de las invasiones bárbaras. En lugar de convertirse, desafían a Dios Desafortunadamente, en lugar de prestar atención a los llamamientos misericordiosos de Nuestra Señora en Fátima, los hombres parecen haber elegido el camino de la perdición, excepto una minoría considerable de personas que toman en serio las palabras de la Santísima Virgen y que, gracias a Dios, han ido creciendo constantemente a través de los años. Los hombres no solo han elegido el camino del pecado, sino que han elegido formas de pecado que no provienen de la debilidad, aunque sean culpables, sino que constituyen un tipo de pecado en el cual el pecador se enorgullece, mientras desprecia y persigue la virtud y, lo que es peor, desafía a Dios. El aborto se convierte en ley oficial de la tierra, las uniones contra la naturaleza se ponen en pie de igualdad con el matrimonio, se adopta la eutanasia, en el vestido se camina cada vez más hacia el nudismo o seminudismo: todo esto es una proclamación del rechazo del hombre a la Ley de Dios. Peor aún, desafiando la ira de Dios, se realizan desfiles y manifestaciones estridentes para mostrar “orgullo” por las prácticas contra la naturaleza, escogiendo para este fin los lugares más simbólicos como Roma, la capital del cristianismo, en el Santo Jubileo del año 2000; y en 2006, Jerusalén, la ciudad santificada por la pasión y la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Puede Dios permanecer insensible a tan graves desafíos?
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