Estimados amigos: Con razón decía Plinio Corrêa de Oliveira que la gratitud es la más frágil de las virtudes. Cuántas veces nos olvidamos de agradecer favores recibidos, tanto del prójimo como especialmente de Dios, a quien ni siquiera le atribuimos un bien sin el cual no seríamos nada: nuestra existencia. Para conservarla, preservándola de los peligros a los que constantemente está expuesta por el enemigo de nuestra salvación, Dios designó a un ángel de la guarda para cada una de sus criaturas humanas, con características espirituales semejantes a las de su protegido, pero naturalmente más elevadas. Aunque no lo veamos —hubo santos y almas privilegiadas que lo veían— su existencia es tan real como la nuestra. La diferencia está en el hecho de que el ángel de la guarda es puro espíritu, privado de materia, mientras que nosotros somos dotados de cuerpo y alma. Si nos fuese dado escoger al mejor de nuestros amigos, jamás seríamos capaces de encontrar a alguien con los atributos de nuestro ángel de la guarda: su belleza moral, su poder y su desvelo. Capaz de acompañarnos incluso en situaciones en las cuales ningún ser humano podría. Con una dedicación ejemplar y completa. Por eso mismo, el angélico protector que Dios nos ha confiado es, por excelencia, el “amicus certus in re incerta” (el amigo cierto en la hora incierta). La única retribución que el ángel de la guarda nos pide es que vivamos en estado de gracia y así nada temeremos. Cuando alguien pierde la gracia de Dios y cae en poder del maligno, no por ello el ángel de la guarda desiste de su cometido. Ciertamente se entristece, reza e intercede ante la Reina de los Ángeles para que aquella alma regrese cuanto antes al estado de amistad de Dios. Sirvan estas breves reflexiones de introducción al Tema del Mes que viene a continuación. Deseándoles una buena lectura, me despido. En Jesús y María, El Director
|
El Ángel de la Guarda El amigo cierto en la hora incierta |
|
No puede tener a Dios por Padre, quien no tenga a la Iglesia por Madre Perfectamente conocéis los innumerables y en verdad funestísimos daños que redundan en la sociedad cristiana y civil del pestífero error del indiferentismo. De aquí proviene el abandono casi total de las obligaciones para con Dios en quien “vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28)... |
|
La enseñanza de la Iglesia sobre la desigualdad de los sexos Equiparación de derechos, independencia económica, insubordinación al yugo del marido — he aquí algunas exigencias del llamado feminismo, que, pleiteando una falsa emancipación de la mujer, en verdad la rebaja y sojuzga... |
|
El Cruzado El primer aspecto que llama la atención en la escultura del hombre que figura en esta página es la forma en que está de pie. Tal escultura bien podría representar al cruzado en el apogeo de la Edad Media... |
|
San Remigio de Reims Nacido alrededor del año 436, hijo de santa Celina y de Emilio, conde de Laon, señor de enorme mérito, era hermano de san Principio, que fue obispo de Soissons... |
|
La indiferencia religiosa Entendemos por indiferentes a los que no se ocupan de religión alguna... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino