El último artículo del Credo nos enseña que, después de la vida presente, hay otra, o eternamente bienaventurada para los escogidos en el cielo o eternamente infeliz para los condenados al infierno. No podemos comprender la bienaventuranza de la gloria, porque sobrepuja nuestro limitado entendimiento y porque los bienes del cielo no pueden compararse con los bienes de este mundo. La bienaventuranza de los escogidos consiste en ver, amar y poseer por siempre a Dios, fuente de todo bien. La infelicidad de los condenados consiste en ser privados por siempre de la vista de Dios y castigados con eternos tormentos en el infierno. Los bienes del cielo y los males del infierno son ahora únicamente para las almas, porque solamente las almas están ahora en el cielo o en el infierno; pero después de la resurrección, los hombres serán o felices o atormentados para siempre en alma y cuerpo. Los bienes del cielo para los bienaventurados y los males de infierno para los condenados serán iguales en la sustancia y en la duración eterna; más en la medida o en los grados serán mayores o menores, según los méritos o deméritos de cada cual. La palabra amén al fin de las oraciones significa: así sea; al fin del Credo significa: así es, que vale tanto como decir: creo que es la pura verdad cuanto en estos doce artículos se contiene y estoy más cierto de ello que si lo viese con mis propios ojos (Catecismo Mayor de San Pío X, Ed. Magisterio Español, Vitoria, 1973, p. 36).
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![]() Nuestra Señora de Caype |
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Noveno artículo del Credo - II Creo en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos Entre tantas sociedades o sectas fundadas por los hombres, que se dicen cristianas, se puede fácilmente distinguir la verdadera Iglesia de Jesucristo por cuatro notas, porque sólo ella es Una, Santa, Católica y Apostólica... |
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Quinto artículo del Credo Descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos Jesucristo bajó, no al infierno de los condenados, sino al llamado seno de Abraham, donde estaban detenidos los justos; que no sólo bajó en virtud o poder, sino su alma en realidad y presencia, y que lo hizo a sacarlas de aquella mansión donde estaban esperando que su divino libertador triunfase de la muerte y del pecado... |
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Introducción El símbolo de los Apóstoles Se llama Credo, por la primera palabra con que comienza, y Símbolo, porque era la señal o fórmula con que se reconocían los cristianos católicos en los primeros tiempos. El que quería tomar parte en la misa o en los divinos misterios, era examinado por el símbolo; si no lo sabía, no era admitido... |
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Octavo artículo del Credo Creo en el Espíritu Santo El Padre ama necesaria e infinitamente al Hijo, y el Hijo ama con esta misma intensidad al Padre, y el Padre y el Hijo amándose necesariamente sin poder dejar de amarse con este amor infinito, producen un término eterno de su amor, llamado Espíritu Santo, Espíritu Paráclito... |
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