¿Por qué muchos de nuestros contemporáneos no simpatizan con un hombre serio? Plinio Corrêa de Oliveira
Recuerdo que viajando de Londres a París, Clark Gable se encontraba en el mismo avión que yo. Así que traté de analizarlo. En primer lugar, me dio la impresión de que gozaba de una salud espléndida. Un hombre bien construido, con movimientos naturales, con un conjunto que infundía una sensación agradable, de bienestar permanente, de persona a gusto consigo misma. Estos aspectos inspiran cierta confianza. Su energía no está dirigida contra nadie, no está luchando contra alguien ni enseñando con el dedo levantado, con aire de doctor de la verdad. Un hombre fuerte, que daba la impresión de estar dispuesto a amparar a quienquiera que necesitara de su ayuda contra un bandido que se le acercara. Por otro lado, un hombre risueño, de risa abierta, ampliamente afable, sin vulgaridad, acogiendo con amabilidad a cualquiera que se le acercase. Poseía una cierta distinción natural, pero fingía no notar la falta distinción en los demás. En el avión, me di cuenta de que algunas personas le pedían autógrafos y eran tratadas como si hipotéticamente fueran tan finas como él.
El resultado: todo el mundo terminaba simpatizando con Gable. Al hombre de hoy le gusta relacionarse con personas felices, despreocupadas, fuertes y que no le aplasten con su superioridad. En eso consistiría la idea del “hombre bueno”. Un individuo que es bueno en todos los sentidos, en el alma y en el cuerpo, a un hombre así actualmente se le considera simpático. * * * Consideremos a otro tipo de hombre. Por ejemplo, el rey Felipe II de España. Hoy en día se le podría considerar antipático. ¿Por qué? —En primer lugar, porque es un hombre muy serio. La idea de la seriedad actualmente no agrada. En segundo lugar, muestra una fisonomía armada contra un adversario, lo que también desagrada al hombre moderno. Por último, Felipe II presenta la fisonomía de un hombre muy lógico, lo que repele a las personas de nuestra época. Si le presentamos al hombre contemporáneo un Felipe II y un Clark Gable, el rey español podría ser rechazado, mientras que el actor norteamericano podría ser ovacionado. ¿Por qué? —Porque corresponde a un determinado estado de espíritu del público actual.
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