Plinio Corrêa de Oliveira La Cartuja (en francés, Chartreuse) es una orden religiosa fundada en 1084 por San Bruno, y los cartujos son monjes que viven en perpetuo silencio y gran austeridad en un lugar aislado. El cartujo llena gran parte de su jornada con oraciones y con estudios sobre cuestiones místicas y contemplativas; pero tiene quehaceres y obligaciones cotidianas: atiende las plantaciones, corta leña, cocina y limpia. Sin embargo, en medio de tanta austeridad, como los ayunos de la vida eremítica, los cartujos elaboraron un licor muy famoso: el excelente Chartreuse. Los estudios de los monjes de la Orden de los Cartujos deben volcarse hacia lo sobrenatural; toda su mentalidad y su espíritu deben estar orientados hacia la vida interior, hacia la contemplación, hacia la relación del alma con Dios. Ellos únicamente se reúnen para el canto del Oficio en la capilla del monasterio. Todo esto tiene que ver con una temática que expongo en mi libro Revolución y Contrarrevolución, que es la cuestión de la contemplación y la disipación. Una de las objeciones que se pueden hacer a las ciudades modernas y al tenor de la vida contemporánea es precisamente la ausencia de contemplación. El hombre de hoy carece de cierta actitud de espíritu contemplativo. Por supuesto, no se trata de tener un espíritu de contemplación como el de un cartujo que vive aislado; sino que el hombre, como rey de todas las cosas creadas por Dios, debe tener una velocidad proporcionada con la mente humana, que debe operar oscilando entre los pensamientos más rápidos y los más lentos. La mente humana equilibrada (en el proceso habitual de pensar, de captar impresiones y sensaciones) requiere de cierto reposo para que las cosas se decanten. A continuación, analiza y se forma un juicio preciso. Todo esto tiene un ritmo propio que no debe ser transgredido. Un ejemplo: algunos grandes pintores, para terminar enteramente sus obras de arte, tardan años observando las cosas, pensando en ellas, decantando las impresiones, hasta llegar a la concepción final que desean para sus obras.
|
San Nuno Álvares Pereira Noble guerrero y carmelita portugués |
|
Santa Rosa de Lima, los ángeles y el chocolate Una noche, cerradas las puertas del huerto, velaba como solía Rosa, en la angosta celdilla que había construido en él. Sintió que de improviso le faltaban las fuerzas tanto que temió un síncope peligroso. En vista de esto determinó recogerse al cuarto de su madre, comunicando primero esta resolución con el ángel... |
|
El martirio de los Santos Inocentes Antes de abordar el tema, recuerdo que la Iglesia celebra el 28 de diciembre la fiesta de los santos inocentes, víctimas de la crueldad de Herodes, quien se enfureció por el hecho de que el Niño Jesús... |
|
Por qué la confesión es importante y ferozmente atacada No hace mucho tiempo, se me presentó cierto sabihondo, asegurándome que él conocía muchos casos de que reprochar al clero por la violación del sigilo. Yo le respondí que, aun cuando un sacerdote traicionara su sagrado ministerio, no por eso disminuiría en nada la santidad de este sacramento... |
|
Pedro niega a Jesús Por temor de que lo condenaran a la misma pena que a su Maestro, lo negó Pedro tres veces en casa de Caifás, asegurando que ni siquiera le conocía... |
|
Una visita a Genazzano Cuando el autobús que me llevaba a Genazzano se alejó del ajetreado y angustioso tráfico del centro de Roma y pasó por delante de Porta Maggiore, me alegró ver que no llevaba ni un solo turista. Después de varios meses viviendo en Roma, me había acostumbrado a verlos por todas partes... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino