Santoral
PentecostésEl Padre ama necesaria e infinitamente al Hijo, y el Hijo ama con esta misma intensidad al Padre, y el Padre y el Hijo amándose necesariamente sin poder dejar de amarse con este amor infinito, producen un término eterno de su amor, llamado Espíritu Santo, Espíritu Paráclito, la tercera Persona, distinta realmente de las dos primeras; pero inseparable de ellas, eterno, infinito, Dios como el Padre y el Hijo, de quienes procede por cierta espiración de la voluntad o del amor, de donde toma el nombre de Espíritu Santo. |
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Fecha Santoral Mayo 19 | Nombre |
El Padre ama necesaria e infinitamente al Hijo, y el Hijo ama con esta misma intensidad al Padre, y el Padre y el Hijo amándose necesariamente sin poder dejar de amarse con este amor infinito, producen un término eterno de su amor, llamado Espíritu Santo, Espíritu Paráclito, la tercera Persona, distinta realmente de las dos primeras; pero inseparable de ellas, eterno, infinito, Dios como el Padre y el Hijo, de quienes procede por cierta espiración de la voluntad o del amor, de donde toma el nombre de Espíritu Santo (Pbro. D. Eulogio Horcajo Monte, «El Cristiano Instruido en su Ley», Madrid, 1891, p. 40-41). El octavo artículo del Credo nos enseña que existe el Espíritu Santo, tercera Persona de la Santísima Trinidad, que es Dios eterno, infinito, omnipotente, Criador y Señor de todas las cosas, como el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, por vía de voluntad y de amor, como de un sólo principio. Se dice que todas las tres Personas son eternas porque el Padre desde toda la eternidad engendra al Hijo, y del Padre y del Hijo procede desde toda la eternidad el Espíritu Santo. La tercera Persona de la Santísima Trinidad se llama particularmente con el nombre de Espíritu Santo porque procede del Padre y del Hijo por vía de espiración y de amor. Al Espíritu Santo se atribuye especialmente la santificación de las almas [aunque] todas las tres Personas nos santifican igualmente. La santificación de las almas se atribuye en particular al Espíritu Santo porque es obra de amor, y las obras de amor se atribuyen al Espíritu Santo. Pentecostés El Espíritu Santo bajó sobre los Apóstoles el día de Pentecostés; es decir, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo y diez después de su Ascensión. Los Apóstoles estaban reunidos en el Cenáculo en compañía de la Virgen María y de otros discípulos, y perseveraban en oración esperando al Espíritu Santo que Jesucristo les había pro metido. El Espíritu Santo confirmó en la fe a los Apóstoles, los llenó de luz, de fortaleza, de caridad y de la abundancia de todos sus dones. Fue enviado para toda la Iglesia y para todas las almas fieles. El Espíritu Santo, como el alma en el cuerpo, vivifica con su gracia y dones a la Iglesia, establece en ella el reinado de la verdad y del amor y la asiste para que lleve con seguridad a sus hijos por el camino del cielo (Catecismo Mayor de San Pío X, Ed. Magisterio Español, Vitoria, 1973, pp. 22-23).
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Luz, el mayor regalo |
Segundo artículo del Credo Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor El segundo artículo del Credo nos enseña que el Hijo de Dios es la segunda Persona de la Santísima Trinidad: que es Dios eterno, omnipotente, Creador y Señor como el Padre, que se hizo hombre para salvarnos, y que el Hijo de Dios hecho hombre se llama Jesucristo... | |
Décimo y undécimo artículos del Credo El perdón de los pecados, la resurrección de los muertos La Iglesia perdona los pecados por los méritos de Jesucristo, confiriendo los sacramentos instituidos por Él con este fin, principalmente el Bautismo y la Penitencia. La resurrección de los muertos sucederá por la virtud de Dios omnipotente, a quien nada es imposible. Ello acaecerá al fin del mundo, y entonces seguirá el juicio universal... | |
Quinto artículo del Credo Descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos Jesucristo bajó, no al infierno de los condenados, sino al llamado seno de Abraham, donde estaban detenidos los justos; que no sólo bajó en virtud o poder, sino su alma en realidad y presencia, y que lo hizo a sacarlas de aquella mansión donde estaban esperando que su divino libertador triunfase de la muerte y del pecado... | |
Séptimo artículo del Credo Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos El séptimo artículo del Credo nos enseña que al fin del mundo Jesucristo, lleno de gloria y majestad, vendrá del cielo para juzgar a todos los hombres, buenos y malos, y dar a cada uno el premio o el castigo que hubiere merecido... |
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