«No codiciarás la casa de tu prójimo, ni desearás su mujer, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa de las que sean de él» (Ex. 20, 17). El sétimo mandamiento (ver «Tesoros de la Fe», n° 48) nos prohíbe apoderarnos de lo ajeno o retenerlo contra la voluntad de su dueño: o sea toda injusticia externa, que consiste en la violación del derecho ajeno en los bienes de fortuna o que sean valorables. El décimo se extiende además a los pecados internos de esta clase, y prohíbe hasta los deseos codiciosos de poseer los bienes ajenos por medios injustos e ilegales. Se extiende a contener nuestros inagotables deseos de poseer los bienes terrenos y caducos, para que los dirijamos a poseer los celestiales y eternos. Nos mandan practicar la virtud de la justicia y también apartar nuestra avarienta afición de lo que no nos pertenece por derecho y por justicia (Pbro. D. Eulogio Horcajo Monte de Oria, «El Cristiano Instruido en su Ley», Madrid, 1891, pp. 217-218).
El décimo mandamiento nos prohíbe el deseo de quitar a otros sus bienes y el de adquirirlos por medios injustos. Dios prohíbe los deseos desordenados de los bienes ajenos porque quiere que aun interiormente seamos justos y que nos mantengamos siempre muy lejos de las acciones injustas. El décimo mandamiento nos manda que estemos contentos con el estado en que Dios nos ha puesto, y que suframos con paciencia la pobreza cuando el Señor nos quiera en ese estado. El cristiano puede estar contento aún en el estado de pobreza, si considera que la mayor felicidad es la conciencia pura y tranquila, que nuestra verdadera patria es el Cielo, que Jesucristo se hizo pobre por nuestro amor y ha prometido un premio especial a los que sufren con resignación la pobreza (Catecismo Mayor de San Pío X, Ed. Magisterio Español, Vitoria, 1973, p. 64).
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La Virgen de Copacabana |
Los Mandamientos de la Ley de Dios Los Diez Mandamientos El código de comportamiento para todo hombre, y por excelencia para todo cristiano, está contenido en los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Por eso, nunca está de más insistir en ellos, sobre todo en una época como la nuestra, en que las nociones más elementales de la religión y la moral católica parecen casi olvidadas... | |
Tercer Mandamiento Santificarás las fiestas El sábado fue establecido en el Antiguo Testamento en memoria del descanso de Dios después del sexto día de la creación, así como también por el beneficio que concedió a su pueblo librándole de la servidumbre de Egipto Los Apóstoles reemplazaron el sábado con el domingo, para perpetuar los grandes misterios de la resurrección de Jesucristo y venida del Espíritu Santo... | |
Quinto Mandamiento No matarás El escándalo es contrario al quinto mandamiento, porque hiere y mata al prójimo en su alma. Es un homicidio espiritual. Se entiende por escándalo, todo lo que puede ser para el prójimo ocasión o motivo de caída espiritual... | |
Segundo Mandamiento No tomarás el nombre de Dios en vano Este mandamiento nos ordena reverenciar el santo nombre del Señor, y hablar siempre de Dios y de las cosas santas con profundo respeto que se manifiesta pronunciando e invocando, ya sea el santo nombre de Dios, ya el de su único Hijo Nuestro Señor Jesucristo, con sentimientos de piedad y veneración... |
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