La Palabra del Sacerdote Apocalipsis, internet y fin de los tiempos

PREGUNTA 1


En el libro del Apocalipsis, capítulo 11, se relata la aparición de los “dos testigos del Señor” que surgirán para combatir al Anticristo. Muchos ven en la figura de aquellos testigos a dos grandes nombres bíblicos, Enoc y Elías.

Quisiera que me explique si alguno de los santos de la Iglesia ya escribió a respecto de esta cuestión, y cuál debe ser nuestra postura delante de tal asunto, de las profecías bíblicas para el fin de los tiempos y de las “revelaciones particulares”, actualmente tan divulgadas en nuestro medio.


PREGUNTA 2


Quedo realmente estupefacto con tantos mensajes de “fin de los tiempos”, principalmente en páginas de internet que se presentan como católicas, algunas usando el nombre de Nuestra Señora, y otras hasta de la propia Iglesia, presentándose como “católicos carismáticos” o simplemente “católicos”. Me parece un contagio “protestante” también en nuestra Iglesia. ¿Se les puede dar crédito? ¿Y nuestra Iglesia católica también da crédito a esos “mensajes del fin de los tiempos”?

Hice una relación más abajo de algunas páginas (todas “católicas”) que ya proclaman la vuelta de Jesús y hasta dan listas de compras (kit tragedia Apocalipsis) para el tal día. Justamente por ser católico y leer la Biblia con frecuencia, todo esto “me parece” absurdo ¡Pero hay muchos católicos que le dan importancia y hasta siguen esa onda!


RESPUESTA


Las dos preguntas —enviadas por dos lectores diferentes— versan sobre el mismo asunto y pueden ser englobadas en una sola respuesta.

Comencemos por el libro del Apocalipsis. Como el espacio es restringido, nos limitaremos a transcribir los versículos del capítulo 11 indispensables para el esclarecimiento de las preguntas: [3] Yo daré a dos testigos míos, y harán oficio de profetas, cubiertos de sacos [...]. [6] Los mismos tienen poder de cerrar el cielo, para que no llueva en el tiempo que ellos profeticen, y tienen también potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para afligir la tierra con toda suerte de plagas siempre que quisieren. [7] Mas después que concluyeren de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo, moverá guerra contra ellos, y los vencerá, y les quitará la vida. [8] Y sus cadáveres yacerán en las plazas de la grande ciudad, que se llama místicamente Sodoma [...]. [9] Y las gentes de las tribus, y pueblos, y lenguas, y naciones estarán viendo sus cuerpos por tres días y medio, ni permitirán que se les dé sepultura. [10] Y los que habitan la tierra se regocijarán con verlos, y harán fiesta, y se enviarán regalos los unos a los otros, a causa de que estos dos profetas atormentaron [con sus reprensiones] a los [impíos] que moraban sobre a tierra. [11] Pero al cabo de tres días y medio entró en ellos por virtud de Dios el espíritu de vida. Y se alzaron sobre sus pies, con lo que un terror grande sobrecogió a los que los vieron. [12] En seguida oyeron una voz sonora del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. [13] Y en aquella hora se sintió un gran terremoto, con que se arruinó la décima parte de la ciudad; y perecieron en el terremoto siete mil personas; y los demás entraron en miedo, y dieron gloria al Dios del cielo”.

San Juan Evangelista en Patmos. Representación de las siete Iglesias de Asia.

Variedad de interpretaciones entre los exegetas

El Apocalipsis es uno de los libros de la Biblia más difíciles de ser interpretados, y el trecho arriba descrito es uno de los más misteriosos ¡en este libro todo él lleno de misterios! Así, las interpretaciones dadas por los exegetas católicos son de lo más variadas, y en consecuencia no podemos presentar aquí un tratado completo sobre el asunto.

Sin embargo, aunque sean variadas, esas interpretaciones guardan algo en común, y ese substrato común sirve para esclarecer y confirmar a los fieles en nuestra santa Fe católica. No hay inconveniente, por lo tanto, en escoger una de ellas y presentarla al lector, no como la que goza de mayor probabilidad, sino simplemente como representativa de las demás. Seguiremos aquí, de forma un tanto libre, las explicaciones dadas en la Biblia Comentada de los profesores de la Universidad de Salamanca (P. José Salguero O.P., Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1965, vol. VII, pp. 412-421).

El autor en cuestión observa que aquellos dos testigos están “cubiertos de sacos”, como los profetas del Antiguo Testamento, en señal de austeridad ante un mundo corrompido por el pecado. Su misión será, pues, una denuncia continua de las embestidas avasalladoras del mal. Y ellos profetizan, es decir, predican la penitencia a fin de excitar a los pecadores al arrepentimiento.

Conceptuados autores antiguos y medievales, en su mayoría, identificaron a estos dos testigos con Enoc y Elías. Para otros autores, sin embargo, ellos representarían a Elías y Moisés, pues las características descritas en el versículo 6 parecen adaptarse mejor a estos dos personajes: Elías cerró el cielo de modo que no lloviese, y Moisés lanzó sobre las tierras del Egipto toda suerte de plagas.

Como quiera que sea, los dos testigos mencionados en el Apocalipsis parecen y pueden también representar a todos aquellos que, en las persecuciones contra la Iglesia desencadenadas a lo largo de los siglos, dieron testimonio de Jesucristo y de su Evangelio. En ese sentido, designarían la propia actividad apostólica y profética de la Iglesia, desde su fundación hasta el fin de los tiempos, pues es misión de la Iglesia denunciar resueltamente al mal y predicar la penitencia por los pecados cometidos. Lo que forzosamente provoca la reacción de los malos a través de persecuciones a los buenos. La acción bienhechora de los “dos testigos” está en que, con su predicación, sustentan a los buenos y buscan la manera más apropiada para defender a la Iglesia contra los enemigos que quieren destruirla.

Lucha contra el Anticristo y el triunfo de Dios

El libro del Apocalipsis prosigue describiendo la lucha intrépida de los dos testigos contra el Anticristo y la precaria victoria de éste, con el regocijo general de la humanidad corrompida: gentes de todas las tribus, pueblos, lenguas y naciones. Pero esta victoria es breve, simbolizada por los tres días y medio en que los cadáveres de los dos testigos permanecen insepultos.­ En seguida Dios los resucita y los llama al cielo, delante de todos sus enemigos humillados y estupefactos.

Ocurre entonces un terremoto que destruye la décima parte de la ciudad, con gran cantidad de muertos, indicados por el número simbólico de siete mil. Este espectáculo de la ira de Dios provoca en los sobrevivientes un sentimiento sobrenatural de temor, que los lleva a la real conversión y a dar gloria a Dios. Es el triunfo de Dios al cual se refieren también algunas revelaciones privadas, con el retorno de la humanidad a Dios.

Aquí entra bien la aclaración pedida en la primera pregunta sobre el valor de las revelaciones privadas. Nadie está obligado a orientarse por ellas, pero pueden ser aceptadas si están de acuerdo con la Revelación oficial que consta de la Biblia y de la Tradición de la Iglesia, y si hay razones suficientes para creer en ellas. Fátima, por ejemplo, recibió numerosas y oficiales aprobaciones de la Iglesia.

Los dos profetas, la Iglesia y la mujer vestida de sol

¿Cuándo vendrá el fin del mundo?

¿El pasaje del Apocalipsis que estamos analizando se aplica estrictamente al “fin de los tiempos”? Es común entre los exegetas la opinión que se aplica a todas las épocas de la Historia de la Iglesia, y por lo tanto de modo especial a la época del fin del mundo. Pero nada nos dice cuándo esto se dará. Acerca de este punto, Nuestro Señor Jesucristo fue muy explícito, afirmando que del día y la hora de la consumación de los siglos “nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo [para revelároslo]; sino el Padre” (Mc. 13, 32).

Es, por lo tanto, absurdo el hecho —que provocó la justa indignación de mi segundo consultante— de que páginas web estén anunciando como inminente el “fin de los tiempos”, hasta con la ridícula oferta de un “kit tragedia Apocalipsis”...

Tanto más que esos anuncios se basan en “revelaciones privadas” en completa disonancia con la Revelación oficial de las Sagradas Escrituras, como fue dicho arriba.

Por otro lado, una revelación enteramente confiable, como la de Fátima el 13 de julio de 1917, nos habla de una era de paz que próximamente vendría, después de calamidades que no se identifican con el fin de los tiempos. “...varias naciones serán aniquiladas; por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.     



San Antonio de Padua Imagen de Nuestra Señora de Fátima ultrajada en la Catedral de Huánuco
Imagen de Nuestra Señora de Fátima ultrajada en la Catedral de Huánuco
San Antonio de Padua



Tesoros de la Fe N°54 junio 2006


“Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”
Imagen de la Virgen de Fátima ultrajada en la Catedral de Huánuco 500 años de la Basílica de San Pedro “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” Se necesitan Babettes Las Virtudes Cardinales San Antonio de Padua Apocalipsis, internet y fin de los tiempos



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