La noticia corrió como reguero de pólvora... y no era para menos. La Imagen Peregrina Internacional de Nuestra Señora de Fátima, la Virgen que derramó lágrimas milagrosamente en Nueva Orleans, estaba de visita en nuestra Capital. Recordemos en estas líneas aquel maravilloso suceso que conmovió a Lima en la primera semana del mes de julio de 1983.
La Sagrada Imagen fue labrada en cedro en 1947, bajo la orientación de la Hna. Lucía, por el acreditado escultor portugués José Thedim. El 13 de octubre de aquel año, trigésimo aniversario de la última aparición de la Virgen a los tres pastorcitos, fue bendecida por el Obispo de Fátima, quien le dio el nombre de Imagen Peregrina Internacional. Durante las décadas del 50 y 60 recorrería gran parte del mundo, derramando incontables gracias y atrayendo la atención de los católicos hacia el trascendental Mensaje que Nuestra Señora se dignara comunicar en 1917.
En julio de 1972, un hecho milagroso la volvería célebre. Durante su visita a la ciudad de Nueva Orleans, en los Estados Unidos, la Virgen peregrina derramó lágrimas en varias ocasiones. Aunque consta que prodigios similares habían ocurrido con la misma imagen, esta vez las fotografías divulgadas por la prensa, dieron a su conmovedor llanto una resonancia mundial. Meses después, en mayo de 1973, la Sagrada Imagen visitaría a la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad - TFP, y por iniciativa de su fundador, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira recorrería América Latina en los años siguientes, bajo la custodia de las diversas TFPs del Continente. La intención de estas peregrinaciones era renovar y fortalecer el espíritu católico de nuestros países, inmersos en una honda crisis moral. Así comentaba el mismo Dr. Plinio la inigualable atracción que esta imagen produce: “La milagrosa imagen de Nuestra Señora de Fátima conmueve a las almas por los continuos cambios de expresión de su fisonomía, atestiguados hasta por los más escépticos. Muchas veces triste, otras veces serena, algunas veces manifestando una discreta alegría, siempre profundamente seria, la expresión de la imagen toca a las almas en lo más hondo y atrae multitudes”.
Visitas al Perú en los años 80 Sólo faltaba el Perú... y el viernes 1º de julio de 1983, la tan ansiada visita por fin se materializaba. Quien conoció a la Sagrada Imagen, ¡jamás la olvidará! Y aquel que no la conoció... rece para que un día obtenga esa gracia. Para que algún día vuelva a visitarnos. Por ello vale la pena cualquier sacrificio, pues esta imagen es un medio excepcional para hacernos una idea, aún en esta tierra, de cómo es la virginal fisonomía de María Santísima en el Cielo. Quien vivió aquellos momentos de intensa piedad mariana, tampoco olvidará aquellas escenas que se sucedieron durante su corta permanencia en Lima, en una residencia en la calle Los Laureles, en San Isidro, que fue acondicionada para acoger a sus devotos. Aunque su venida no tuvo mayor publicidad, por tratarse de una visita privada, no se sabe bien cómo la voz de su presencia se fue pasando, y una multitud incontenible de decenas de miles de personas acudió a venerarla de los más variados y distantes cuadrantes de la ciudad.
Así, fuimos todos testigos de un conmovedor espectáculo: Desde tempranas horas de la mañana, hasta altas horas de la noche, un permanente flujo de devotos que crecía día a día y se renovaba incesantemente frente a la Sagrada Imagen, para verla y comprobar por sí mismos el prodigio de sus variaciones fisonómicas, que todo el mundo comentaba. Eran de verse las largas y pacientes colas, de hombres y mujeres, de todas las edades y condiciones, que llegaron en su auge a dar varias vueltas a la manzana. Un gran fervor se manifestó en todo el País El hecho se repitió días después en Arequipa, en una casa del barrio de Vallecito como en las iglesias del Monasterio de Santa Catalina, de Chapi Chico y otros lugares que visitó. Y también en su estadía de apenas un día en Trujillo, donde la Catedral quedó abarrotada de fieles como desde hacía mucho no sucedía. Dos años después, en abril de 1985, tuvo lugar su última visita hasta ahora, repitiéndose la multitudinaria afluencia de devotos con aún mayor intensidad en la ciudad del Cusco, en donde la iglesia de Nuestra Señora del Triunfo así como la Catedral desbordaran de público, y en su recorrido triunfal por el Valle Sagrado, desde Pisac hasta Ollantaytambo. Los bienes del alma son incalculablemente mayores que los del cuerpo Más allá de las curaciones físicas que esta imagen ha obrado, están las curaciones espirituales. El hijo extraviado que retorna al hogar, el pecador que decide enmendar su vida, el católico tibio que recobra y redobla su fervor, el incrédulo que abre su corazón a Dios, el religioso que decide tomar en serio el heroísmo de su vocación, etc.
Agradezcamos una vez más a la Virgen Santísima por todas las gracias que ha derramado y sigue derramando sobre el Perú, y pidámosle que aquel fervor mariano que se manifestó hace veinte años durante la visita de la Imagen Peregrina Internacional de Nuestra Señora de Fátima, no se apague nunca, antes bien se incremente más y más. Un anhelo que crece: ¡que vuelva pronto! Pidámosle también que su Sagrada Imagen vuelva pronto a nuestra atribulada Patria, para que su benéfica presencia nos ayude a enderezar nuestros caminos (cf. Mc. 1, 3), reverdecer el arbusto partido y reencender la mecha que aún humea (cf. Mt. 12, 20) de nuestra fe católica, aproximando así el triunfo glorioso del Inmaculado Corazón de María prometido en Fátima. Ut adveniat regnun tuum, adveniat regnun Mariae.
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En Lima, la Virgen del prodigioso llanto |
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