Así como en la generación natural y corporal concurren el padre y la madre, también en la generación sobrenatural y espiritual hay un Padre, que es Dios, y una Madre, que es María. Todos los verdaderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre. Y quien no tenga a María por Madre, tampoco tiene a Dios por Padre. Por eso los réprobos —tales los herejes, cismáticos, etc., que odian o miran con desprecio o indiferencia a la Santísima Virgen— no tienen a Dios por Padre —aunque se jacten de ello—, porque no tienen a María por Madre. Que, si la tuviesen por tal, la amarían y honrarían, como un hijo bueno y verdadero ama y honra naturalmente a la madre que le dio la vida. La señal más infalible y segura para distinguir a un hereje, a un hombre de perversa doctrina, a un réprobo de un predestinado, es que el hereje y el réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen, cuyo culto y amor procuran disminuir con sus palabras y ejemplos, abierta u ocultamente y, a veces, con pretextos aparentemente válidos. San Luis María Grignion de Montfort, Obras, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, BAC, Madrid, 1984, p. 284.
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San Francisco de Borja “Sic transit gloria mundi” |
Las manos de Dios CONSIDERAD LA MANO de este poderoso Señor. Permite todo el mal que nos sobreviene de la naturaleza, desde el más grande hasta el más pequeño... | |
María recompensa el rezo en público del Santo Rosario Alfonso, rey de León y de Galicia, deseando que todos sus criados honraran a la Santísima Virgen con el rosario, resolvió, para animarlos con su ejemplo, llevar ostensiblemente un gran rosario, aunque sin rezarlo. Esto bastó para obligar a toda su corte a rezarlo devotamente... | |
De Maria nunquam satis* TODOS LOS DÍAS, del uno al otro confín de la tierra, en lo más alto del cielo y en lo más profundo de los abismos, todo pregona y exalta a la admirable María... | |
El poder de una sola «Avemaría» Un día, Santa Matilde, vio a la Santísima Virgen que llevaba sobre el pecho la salutación angélica en letras de oro, y le dijo: 'Hija mía, nadie puede honrarme con saludo más agradable que el que me ofreció la adorabilísima Trinidad...'... |
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