La Palabra del Sacerdote ¿Qué significa las puertas del infierno?

PREGUNTA

El libro del Génesis dice que habría mucha discordancia entre los hijos de la mujer y los de la serpiente. Si los católicos somos los hijos de la mujer, ¿quiénes son los hijos de la serpiente?

RESPUESTA

La consulta se refiere evidentemente al pasaje del Génesis en el cual Dios maldice a la serpiente por haber inducido a Eva a desobedecer el mandato divino de no comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal; y a que en seguida, Eva arrastrase a Adán al mismo pecado, lo que llevó a Dios a expulsar a nuestros primeros padres del Paraíso terrenal.

Dirigiéndose a la serpiente, Dios le dice: “Yo pondré enemistades entre ti y la mujer; y entre tu raza y la descendencia suya, ella quebrantará tu cabeza, y tú andarás asechando a su calcañar” (Gén 3, 15).

Uno de los más famosos comentarios a ese trecho del Génesis es el de San Luis María Grignion de Montfort, en el tantas veces citado Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen (cf. nºs 51-54).

San Luis Grignion identifica a la mujer de que habla el Génesis con la Virgen Madre de Dios; y la serpiente, con el demonio: “Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado contra Satanás es María, su Santísima Madre” (Tratado, nº 52).

En esa frase concisa, el santo presenta toda una teología de la Historia, que abarca desde la creación del hombre en el Paraíso hasta el fin del mundo. Vale decir, ya en el Paraíso terrestre comenzó un embate entre el bien y el mal, entre los partidarios del bien y los partidarios del mal. Y esa lucha no se restringe a los hombres; de ella participan los ángeles y los demonios. Más aún, los buenos siguen el comando de la Virgen en su lucha contra los secuaces del mal; y estos últimos son capitaneados por Lucifer.

Existen personas al servicio del demonio y del mal

Cuando un hombre peca, ofende a Dios y hace lo que el demonio quiere, como sucedió con Adán y Eva en el Paraíso terrenal. Si él se arrepiente de sus pecados y pide perdón a Dios, recupera la gracia y la amistad de Dios, por medio del sacramento de la confesión (o por un acto de contrición perfecta, que no dispensa la posterior confesión).

Schutzmantelmadonna (Nuestra Señora del Manto Protector)

Sucede, no obstante, que muchos no se arrepienten de sus pecados y pasan a llevar una vida permanente de pecado. Y así, tratándose de pecados mortales, quedan atados por los grilletes del demonio. Pasan a odiar a Dios y a servir al demonio, de una manera más o menos consciente; conciencia ésa que crece con el tiempo, pudiendo alcanzar una plena unión de alma con el demonio. Son a los que algunos autores espirituales llaman de los “santos del demonio”, por contraposición a los verdaderos santos de la Iglesia que, creciendo en unión de alma con Dios, alcanzan al fin la plena unión con Él.

De ahí resulta que los malos, al odiar a Dios, odian también a aquellos que observan los Mandamientos de la Ley de Dios. Así se establece una lucha entre los que optan por Dios y los que optan por el demonio, como enseña San Luis Grignion. Aquí la consultante tiene la respuesta a su pregunta: los hijos de la serpiente son estos últimos.

Su pregunta toca, por lo tanto, en una cuestión clave para entender lo que pasa en el mundo. En él existen hombres que, conciente o semi-concientemente, se entregaron al demonio y hacen la obra de él, la obra del mal.

Quien no percibe esto, ¡no entiende absolutamente nada de lo que pasa a su alrededor, nada de la historia de la humanidad!

No es apenas un desvío de la inteligencia

Estamos en el mes de octubre, el mes morado, época muy apropiada para hacer el ejercicio del Via Crucis. Fue precisamente para ese fin que el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira compuso dos Via Crucis —uno para la revista “Catolicismo”, otro para el periódico “O Legionário”, reproducida íntegramente en el libro Amar la Cruz. Del primero de los Via Crucis citados, destacamos un trecho que se aplica al tema levantado por la consultante:

“Y toda la historia del mundo, toda la historia de la Iglesia, no es sino esta lucha inexorable entre los que son de Dios y los que son del demonio, entre los que son de la Virgen y los que son de la serpiente. Lucha en la cual no hay apenas equívoco de la inteligencia, ni sólo flaqueza, sino también maldad, maldad deliberada, culpable, pecaminosa, en las huestes angélicas y humanas que siguen a Satanás. […] el liberalismo a tal punto nos desfiguró, que estamos siempre propensos a olvidar este aspecto imprescindible de la Pasión.

“Conocíalo bien la Virgen de las vírgenes, la Madre de todos los dolores, quien junto a su Hijo participaba de la Pasión. […] Madre mía, en el momento en que hasta el buen ladrón mereció perdón, pedid que Jesús me perdone toda la ceguera con que he considerado la obra de las tinieblas que se trama a mi alrededor” (Via Crucis, XI Estación, Jesús es clavado en la Cruz, Catolicismo, marzo de 1951).

¿Dónde están los hijos de Satanás?

Quien sigue con un mínimo de discernimiento el noticiero de los periódicos, de la televisión o de internet, percibe que existen secuaces de Satanás en todas partes, de alto a bajo, en todos los organismos, públicos o privados que componen la sociedad. No hay necesidad de especificarlos. Nótese bien que no estamos diciendo que todos los que los componen sean hijos de Satanás. Nuestra afirmación es genérica: “existen secuaces de Satanás” en ellos. Dejamos al criterio de los lectores el discernirlos.

¿Pueden convertirse?

—Ciertamente. Con la gracia de Dios todo es posible. Pero si rechazan hasta el final las gracias que les son ofrecidas…

Pasemos a la siguiente pregunta.

¿Dónde están los hijos de la Virgen?

La consultante, a quien no conocemos, pero apreciamos que se trata de una católica sincera, responde sin la menor duda: “Los católicos somos los hijos de la mujer”.

La verdadera respuesta no es tan sencilla. Entre los católicos existen ciertamente buenos hijos de la Virgen. Pero el demonio no sería demonio si no intentase atraer hacia sus filas hasta a los católicos. Pues si él osó —¡y lo consiguió!— tentar a Adán y Eva en el Paraíso terrenal, ¿por qué no habría, con su legión de ángeles caídos, intentar penetrar en las filas católicas y buscar ahí adeptos para sus perversos fines?

Lo hizo y lo consiguió, desde los comienzos de la Iglesia. Sin embargo, para abreviar este análisis, saltaremos de los tiempos de la Iglesia primitiva a la Iglesia de nuestros días. Y para abreviar aún más, nos restringiremos al período que siguió al Concilio Vaticano II
(1962-1965).

Los tres Pontífices de la era post conciliar —Paulo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI (evidentemente, omitimos a Juan Pablo I debido a su brevísimo pontificado)— usaron palabras candentes para describir la situación en que se encontró la Santa Iglesia. Más de una vez fueron ellas citadas en las páginas de nuestra revista. Nos circunscribimos, pues, a una que viene más directamente al tema que me ha sido planteado: “Refiriéndose a la Iglesia de hoy, el Santo Padre [Paulo VI] afirma que tiene la sensación de que ‘por alguna fisura haya entrado la humareda de Satanás en el templo de Dios’ (Alocución Resistite forte in fide, del 29 de junio de 1972).

Y pasamos de ahí directamente para Benedicto XVI. En su interesante artículo titulado Dimissioni del Papa, evento “apocalittico”, el filósofo y sociólogo Massimo Introvigne, al analizar la renuncia de Benedicto XVI, reproduce palabras del Pontífice pronunciadas durante su viaje al Santuario de Fátima, el año 2010: “En cuanto a las novedades que hoy podemos descubrir en este mensaje [de Fátima], encontramos que los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen del exterior, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden de dentro […].Esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de una forma aterradora: que la persecución más grande a la Iglesia no procede de enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia” (La Nuova Bussola Quotidiana, 11-02-2013).

Por lo tanto, existen también malos católicos, hasta en las filas del clero, que traicionan a la Iglesia, y no son hijos de la Virgen, sino seguidores de Satanás.

Así, no sólo la consultante, sino todos los buenos católicos deseosos de servir sinceramente a la Iglesia, deben tener los ojos abiertos para esta dura realidad. 

San Francisco de Borja Peregrinando dentro de un vitral
Peregrinando dentro de un vitral
San Francisco de Borja



Tesoros de la Fe N°142 octubre 2013


San Francisco de Borja “Sic transit gloria mundi”
Nº 142 - Octubre 2013 - Año XII   Quien no tiene a María por Madre, no tiene a Dios por Padre Eutanasia para recién nacidos Nuestra Señora del Cisne Explicitar San Francisco de Borja ¿Qué significa las puertas del infierno? Peregrinando dentro de un vitral



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