San Juan Bosco CAÍDOS NUESTROS PRIMEROS PADRES Adán y Eva del estado de inocencia en que habían sido creados por Dios, no les quedaba más remedio de salvación que la fe en aquel futuro Libertador que la bondad divina les había prometido. A fin de que permaneciese entre los hombres viva la fe en este Libertador, renovó Dios, en repetidas ocasiones, la misma promesa, indicando el tiempo, el lugar y otras muchas circunstancias de su venida; de suerte que toda la historia del Antiguo Testamento puede, con razón, llamarse una fiel preparación del género humano para el extraordinario acontecimiento del nacimiento del Mesías. He aquí las principales profecías que le conciernen, observando cómo se han cumplido en la persona de Jesucristo. 1. Origen, tiempo y lugar del nacimiento del Mesías En muchos pasajes del Antiguo Testamento se lee que el Mesías nacería de la tribu de Judá y de la estirpe de David. Jacob, al morir, señaló el tiempo del nacimiento del Mesías con estas palabras: "El cetro, esto es, la potestad soberana y el poder legislativo, no saldrá de Judá, ni el principado de su potestad hasta la venida de AQUEL que debe ser enviado, y ESTE será el esperado de las gentes" (Gén 49, 10). Daniel anunció que no pasarían 490 años antes de su venida y de su muerte (Dan 9, 24-27). Miqueas predijo que nacería en Belén (Miq 5, 1). Cumplimiento: Si echamos una ojeada a la genealogía del Salvador, tal como se halla en el Evangelio, veremos que Jesucristo era de la tribu de Judá y de la estirpe de David, que nació en Belén cerca de treinta y cinco años antes de cumplirse el tiempo anunciado por Daniel, cuando un príncipe extranjero, Herodes, natural de Idumea, reinaba en la tribu de Judá.
2. Nacimiento, estado y carácter del Mesías Isaías (7, 14) anunció que el Mesías debía nacer de una Virgen; Zacarías, que sería pobre, pero que se distinguiría entre los demás hombres, sobre todo por su dulzura (9, 9-10). Cumplimiento: Los que han leído el Evangelio saben que Jesucristo nació por obra del Espíritu Santo, de una Virgen llamada María; que nació en un pesebre; vivió del trabajo de sus manos, y que todas las virtudes, pero especialmente la bondad y la dulzura, constituyeron su carácter. 3. Milagros del Mesías Isaías dice claramente que el Mesías obraría prodigios jamás vistos, y que, esto no obstante, sus compatriotas, que más que ninguna otra gente debían creerle, le harían grandísima oposición (Is c. 6, 8 y 35). Cumplimiento: En el curso de esta historia veremos cómo Jesucristo pasó los tres últimos años de su vida ocupado en la obra de la predicación y obrando muchísimos milagros; y que los fariseos, los sacerdotes y los ancianos del pueblo judío le contradijeron siempre y le persiguieron cruelmente. 4. Los judíos perseguirían al Mesías y le darían muerte. Dice Isaías que el Mesías se entregaría espontáneamente en manos de sus perseguidores, y que, en medio de los oprobios y tormentos, callaría cual inocente cordero; que sus llagas y su muerte salvarían al mundo y que sus padecimientos y su muerte le harían padre de una muchedumbre de justos (Is 53, 1-12). El profeta David predijo que se levantaría contra el Mesías una furiosa persecución; que le taladrarían las manos y los pies; que sus huesos crujirían por la violencia de los tormentos que le harían padecer; que sería escarnecido y burlado en medio de sus padecimientos; que se dividirían sus vestiduras y se echarían suertes sobre ellas (Sal 22, 17-19). Cumplimiento: El mismo Jesucristo, antes de su muerte, declaró muchas veces que moriría por su voluntad. Dijo también que daría su vida por la salvación de los hombres. A las calumnias, injurias y ultrajes de sus enemigos contestó con el silencio, con su mansedumbre y rogando por ellos. Jesucristo muriendo fundó su Iglesia y fue Jefe de todos los justos, que fueron y son todavía sus principales miembros. Los príncipes de los sacerdotes se coligaron contra Jesús para darle muerte. Le colgaron en la cruz traspasando sus manos y pies con agudos clavos, y permanecieron al pie de la cruz para insultarle mientras padecía los más agudos tormentos. Los soldados que le habían crucificado dividieron entre sí sus vestiduras y echaron suertes sobre ellas. 5. El Mesías resucitaría Isaías predijo que el sepulcro sería glorioso; David dijo que Dios no permitiría que su carne padeciese corrupción (Sal 16, 10). Cumplimiento: Los cuatro Evangelistas están acordes en afirmar que Jesucristo realmente resucitó tres días después de su muerte, así como Él lo había predicho. Acerca de este milagro no puede caber duda alguna, como veremos en el curso de la historia.
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