Vistas en su conjunto, las apariciones de Fátima nos instruyen, por un lado, acerca de la terrible gravedad de la situación mundial y sobre las verdaderas causas de nuestros males. Y nos enseñan, por otro lado, los medios por los cuales podemos evitar los castigos terrenos y eterno que nos amenazan. En la antigüedad, Dios mandó profetas. En nuestros días, nos habló por medio de la propia Reina de los Profetas. Después de haber estudiado lo que la Santísima Virgen dijo, ¿qué podemos decir? Las únicas palabras adecuadas son las de Nuestro Señor en los Santos Evangelios: “El que tenga oídos para oír que oiga” (Mc 4, 23).
Plinio Corrêa de Oliveira, La devoción al Corazón de María salvará al mundo del comunismo, in Catolicismo, junio de 1953.
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EL mensaje de Fátima Hoy más urgente que nunca |
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Debemos ascender hasta Dios De la vida individual y social hay que ascender hasta Dios, causa primera y fundamento último, como Creador de la primera sociedad conyugal, fuente de la sociedad familiar, de la sociedad de los pueblos y de las naciones... |
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¿Por qué Dios permite las calamidades? Muchas personas me han preguntado qué se debe pensar acerca de la tragedia causada por las tormentas en el estado brasileño de Rio Grande do Sul. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para responder no solo a esta pregunta, sino también a una cuestión más general: si permitir las catástrofes —que causan tanto sufrimiento a muchas personas— es compatible con la infinita bondad de Dios... |
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Hace 470 años el Japón nacía a la fe católica Poco se sabía entonces a respecto de aquel país del Extremo Oriente, si bien que, algunos siglos atrás, Marco Polo escribiera en las memorias de sus viajes que “a 1500 millas de la China había una gran isla, conocida como Cipango. El pueblo es de tez clara, alegre, de bellas facciones, y muy ceremonioso…”... |
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Santa Eustoquia, Virgen Eustoquia nació en Roma el año 368, siendo la tercera de las cuatro hijas del senador romano Toxocio y de su esposa Paula... |
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A vosotros, pobres pecadores “A vosotros, pobres pecadores, uno más pecador todavía os ofrece esa rosa enrojecida con la sangre de Jesucristo a fin de que florezcáis y os salvéis. Los impíos y pecadores empedernidos gritan a diario: Coronémonos de rosas (Sab. 2, 8). Cantemos también nosotros: coronémonos con las rosas del santo rosario... |
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