Estimados amigos: En nuestra edición de abril del año pasado (nº 208), por ocasión de la Semana Santa, reprodujimos como Tema del Mes extractos seleccionados del libro “Jesucristo, su Vida, su Pasión, su Triunfo”, del redentorista francés P. Agustín Berthe (1830-1907), gran misionero, profesor de retórica y autor de connotadas obras. Allí, el padre Berthe narra la gran farsa montada en el juicio de Nuestro Señor Jesucristo, que resultó en su condena y crucifixión. El Sanedrín —asamblea de los ancianos judíos, una especie de Corte Suprema, que legislaba y juzgaba las causas en la Jerusalén del primer siglo de nuestra era— necesitaba dar una apariencia de legalidad a la condena de Jesús, para que el juicio no sea acusado de ilegítimo. Este tribunal estaba sujeto a los sumos sacerdotes Anás y Caifás, dos notorios rufianes. Tal era su odio contra Jesús, que no retrocedieron ante el crimen que practicarían al infringir todas las leyes específicas. Como los sumos sacerdotes no podían dictar sentencias de muerte, condujeron a Jesús para ser condenado por Poncio Pilatos, el gobernador romano que, en nombre del emperador, tenía el poder de imponer la pena capital a los habitantes de Judea. En el referido número de Tesoros de la Fe (cf. “Juicio y condenación de Jesucristo, una farsa sórdida y grotesca”), los pasos de Jesús fueron narrados desde el Huerto de los Olivos, pasando por la traición de Judas y el simulacro de juicio en el tribunal del Sanedrín, hasta que fue llevado a Pilatos como un vulgar criminal, con la exigencia de la condena a la pena máxima. En la presente edición, continuaremos la narración a partir del primer encuentro de Jesucristo con Pilatos. Como de costumbre, les deseamos una agradable y provechosa lectura. En Jesús y María, El Director
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![]() El Juicio de Jesucristo Injusticia suprema |
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¿Cómo librarnos de los escrúpulos? Me encuentro sin luz y sin fuerzas. He sufrido por malos pensamientos o dudas contra la fe, pero me quedo siempre sin saber si consentí o no en ellos. Intento aclarar esto y comienzo a analizar mi propia conciencia, pero ahí las dudas contra la fe regresan... |
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Las apariciones del Ángel de la Paz apremiante llamado a la seriedad Antes de las apariciones de la Santísima Virgen en 1917, Lucía, Francisco y Jacinta (Lucía Rosa de Jesús dos Santos, y sus primos Francisco y Jacinta Marto, todos residentes en la aldea de Aljustrel, parroquia de Fátima) tuvieron tres visiones del Ángel de Portugal, o de la Paz... |
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Que no se haga mi voluntad, sino la de Dios En la edición anterior se trató del amor eterno de Dios por sus hijos. En este número, presentamos algunas consideraciones de San Francisco de Sales sobre la conformidad con la voluntad de Dios, extraídas de la obra Pensamientos Consoladores. Los teólogos distinguen en Dios dos voluntades:... |
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A vosotros, pobres pecadores “A vosotros, pobres pecadores, uno más pecador todavía os ofrece esa rosa enrojecida con la sangre de Jesucristo a fin de que florezcáis y os salvéis. Los impíos y pecadores empedernidos gritan a diario: Coronémonos de rosas (Sab. 2, 8). Cantemos también nosotros: coronémonos con las rosas del santo rosario... |
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Tradición no es apego al pasado, sino camino y avance Las cosas terrenas corren como un río por el lecho del tiempo; el pasado cede necesariamente su puesto y el camino a lo por venir, y el presente no es sino un instante fugaz que une a ambos... |
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