John Horvat Hubo un tiempo en que la moda producía prendas que realzaban lo mejor de la persona. La idea era vestir con modestia y buen gusto. Había un esfuerzo por ser elegante, limpio y ordenado. Si bien que el peligro de la moda siempre fue la exageración y la vanidad. Los tiempos han cambiado. Las modas han descendido a nuevos mínimos. Hoy la gente viste a la moda para subestimarse a sí misma. Lo ven como una forma de mensajería instantánea, es decir, para expresar quién les gustaría ser. Al igual que en las redes sociales, necesitan presentar una imagen determinada. Por lo tanto, algunas de las tendencias de la moda “desgastada” resaltan la negligencia y la fealdad planificadas. No es un secreto. Cada vez más ellas pretenden sacar a relucir lo más sucio de la gente. El mercado de lo prematuramente destruido
Todo el mundo está familiarizado con el omnipresente aspecto de los jeans rotos. Sin embargo, los jeans rotos son una pequeña parte del mercado de ropa “prematuramente destruida” e “intencionalmente envejecida”. De hecho, las rasgaduras en la ropa son inexpresivas. La suciedad va por dentro. Lo último en ropa “deliberadamente desgastada” es el aspecto sucio. Las manchas, las roturas y el barro son tendencias. Los agujeros prefabricados y las bastas o filos deshilachados enloquecen a los compradores y motivan infinidad de selfies en los iPhones. Las zapatillas Golden Goose, por ejemplo, se venden a partir de 425 dólares el par. Hay dos versiones. Una viene previamente desgastada y la otra está simplemente sucia. Las zapatillas de deporte ensuciadas “de fábrica” se venden en tiendas de lujo, a consumidores ávidos de usar una prenda de menor estatus. Una deshonestidad fundamental
Hay una deshonestidad fundamental en la moda desgastada. En un mundo impulsado por Facebook e Instagram, muchos fingen ser lo que no son. Tantas cosas sobre el mercado de la moda desgastada son falsas e inauténticas. Tomemos, por ejemplo, las zapatillas sucias. Intentan transmitir un modo de vida sin haberla vivido. Indican la actitud despreocupada de los que quieren que otros piensen que ellos no se preocupan por las apariencias. Sin embargo, estos consumidores se preocupan lo suficiente como para pagar mucho dinero con el fin de aparentar una pobreza artificial. Las prendas con rasguños, agujeros o manchas insinúan que los que la usan, llevan una vida de aventuras que desgastan su ropa. El daño no es causado por sus actividades, sino por su imaginación y sus bolsillos. Además, los que las usan no se contentan con raspones y desgarres moderados. Deben llevar tales daños (y falsificaciones) a extremos raramente vistos en el deterioro normal de la vestimenta. Reflejando el egocentrismo La moda desgastada es angustiante porque refleja el egocentrismo y la intemperancia frenética de la época. En un mundo centrado en uno mismo, todos deben tener todo ahora, al instante y sin esfuerzo. Nadie tiene tiempo para romper la ropa nueva. Todos quieren la comodidad instantánea de la ropa raída y rota con la que se sienten menos cohibidos. Sobre todo, aquellos que usan ropa desgastada deben sentirse en el centro de las últimas tendencias de la moda, para mostrarlas a sus amigos de Facebook y del mundo real. Este mismo egocentrismo puede reflejar cierta pereza, ya que no se desea hacer el esfuerzo de presentarse bien ante los demás. Tales personas consideran que las modas solo existen para la comodidad o el beneficio individual. El centro es uno mismo. Sin embargo, eso no es verdad. La gente se viste a la moda para agradar a los demás. La ropa debe ayudar a facilitar las interacciones sociales. Usar ropa compuesta es una cortesía hacia los demás. Las modas no deben ser sucias, fétidas o antiestéticas, causando incomodidad a la gente. En una sociedad en la que el civismo ha decaído tanto, alguna culpa debe recaer en la falta de consideración por los demás, que se refleja en las modas extravagantes. La dignidad del individuo
La gente también olvida que un papel clave de la ropa es salvaguardar la dignidad de una persona. Por lo tanto, la dignidad de una persona hecha a imagen y semejanza de Dios no debe llevar puestas modas reveladoras o inmorales que inciten a otros a pecar. En cambio, la gente necesita practicar la virtud de la modestia que rige la apariencia exterior y el comportamiento de la persona y, así, ayuda a hacer que la sociedad sea civilizada, virtuosa y armoniosa. Cuando las personas de ambos sexos se visten bien, se facilita la virtud. Ayuda a establecer estándares aceptables de decencia y decoro encontrados en sociedades sanas y ordenadas. Esto es tan contrario a una cultura del “todo vale”, donde hay pocos límites. Más aún, los estándares de modestia evitan que la moda esclavice a los consumidores que siguen lo que todos los demás hacen. Una postura principista a favor de la dignidad en el vestir, le permite a una persona resistir a la presión de conformarse con la tiranía de las masas de Instagram. * * * Nos guste o no, la ropa envía un mensaje. Las prendas sucias envían un mensaje sucio. La moda desgastada envía un mensaje de angustia sobre el estado de la cultura.
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