Verdades Olvidadas El Decálogo

Moisés con los diez mandamientos, Philippe de Champaigne, 1648 – Óleo sobre lienzo, Museo del Hermitage, San Petersburgo

Del mismo modo que el Símbolo de los Apóstoles es el compendio de todo lo que es necesario creer, el Decálogo, o los diez mandamientos de Dios, son el compendio de todo lo que es necesario practicar para salvarse. “Si quieres entrar en la vida eterna —dice el Salvador— guarda los mandamientos” (Mt 19, 17).

Esta palabra decálogo significa palabra o ley compuesta de diez artículos, que se llaman los diez mandamientos. Esta es la ley que Dios ha impuesto a su criatura racional.

Esta ley, que desde el principio había sido grabada por el Creador en el fondo de la naturaleza humana, fue promulgada más tarde, con mayor solemnidad al pueblo de Israel por el ministerio de Moisés; y por último, en la plenitud de los tiempos ratificada por Jesucristo, quien le dio su última perfección, y la confió a la Iglesia, para que la propusiese a los fieles.

La promulgación mosaica se hizo sobre el monte Sinaí, con gran aparato de terror, en medio de truenos y relámpagos; la ratificación cristiana tuvo lugar sobre la montaña de las Bienaventuranzas en un principio, y después sobre la montaña de Sión, cuando la bajada del Espíritu Santo, en medio de las efusiones de la caridad divina.

Los diez mandamientos son la expresión de la verdad práctica, del orden o de la justicia, según la cual todo hombre está obligado a vivir sobre la tierra.

La justicia de los mandamientos de Dios y la obligación de observarlos se fundan, 1. sobre la voluntad de Dios, que es la regla de toda bondad moral; 2. sobre nuestra naturaleza, y sobre nuestras relaciones con Dios y con los demás hombres; y, 3. sobre los intereses bien entendidos de cada hombre en particular, y de todo el género humano.

Los diez mandamientos obligan a todos los hombres sin excepción y no hay poder en la tierra que pueda dispensar del cumplimiento de ninguno de ellos.

F. X. Schouppe SJ, Curso abreviado de Religión, Librería de la viuda de Ch. Bouret, París-México, 1906, p. 358-359.

Palabras del Director Procesión del Corpus en Sitges
Procesión del Corpus en Sitges
Palabras del Director



Tesoros de la Fe N°270 junio 2024


Sagrado Corazón de JesúsRemedio para un mundo en crisis
Palabras del Director El Decálogo Procesión del Corpus en Sitges Del genocidio vandeano al terrorismo islámico No ejercer autoridad es abandonar a los hijos a la desesperación El adorable Sagrado Corazón de Jesús San Justino, Mártir ¿Qué debe pensar un católico sobre los ovnis… ? “Se hicieron abominables, como aquellas cosas que amaron”



 Artículos relacionados
Las Letanías Peruanas La palabra «letanía» viene del griego y significa «súplica». Pero desde los inicios de la Iglesia fue utilizada para designar no cualquier súplica, sino aquellas que eran rezadas o cantadas en conjunto por los fieles durante las romerías a los templos...

Leer artículo

No ejercer autoridad es abandonar a los hijos a la desesperación Lindsay, Lucas, Dinah, Thibaut son los nombres de los adolescentes más jóvenes que se suicidaron el año pasado tras ser víctimas de acoso escolar en Francia, según un reportaje de Valeurs Actuelles...

Leer artículo

La Virgen María: el camino más rápido y seguro para llegar a Jesucristo El objeto de toda piedad verdadera es dar gloria a Dios y conducir al hombre a la virtud. Para ambos fines, que de hecho se confunden, la devoción al Corazón Inmaculado de María es un verdadero don de la Providencia...

Leer artículo

San Justino, Mártir Entre los Padres de la Iglesia del siglo II, san Justino es el más conocido debido a los documentos auténticos que tenemos de él. Además de las Actas de su martirio, dignas de todo crédito, en sus dos Apologías y su Diálogo con el rabino Trifón aporta, como veremos, numerosos detalles personales llenos de poesía...

Leer artículo

La Linda de la Catedral Destaca el Cusco entre las ciudades de América Latina por la riqueza y variedad de su patrimonio histórico y cultural. Tras el descubrimiento y la conquista del vasto imperio de los incas por un puñado de españoles en el siglo XVI, la disputa por la posesión de su capital —la joya de la corona— encendió la mecha de la discordia entre los dos principales socios de la colosal empresa, Francisco Pizarro y Diego de Almagro...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino

×