Verdades Olvidadas El hombre fue hecho para el cielo y no para esta tierra

En verdad, dos cosas hay que resaltan hoy día en medio de la extrema perversidad de las costumbres: un infinito deseo de riquezas y una insaciable sed de placeres. De aquí, como de su fuente principal, dimanan la mancha y el baldón de este siglo, a saber, que mientras éste progresa constantemente en todo lo que entraña comodidad y bienestar para la vida, parece sin embargo retroceder miserablemente a las vergonzosas lacras de la antigüedad pagana en lo que es de mayor monta, es decir, en el deber de llevar una vida justa y honrada. Pues cuanto más se oscurecen a los ojos de los mortales los eternos bienes que en el cielo les aguardan, tanto más se dejan atraer y arrebatar los hombres por los caducos bienes terrenales; y el que una vez ha llegado a abatir su alma hasta el fango, pronto sentirá que la virtud se va en él embotando, que los bienes del espíritu le hastían y que nada le satisface sino el goce del placer.

Vemos, pues, de una parte, cómo por doquiera aumenta el desenfreno en allegar riquezas y en acrecerlas sin límite, y de otra, cómo va extinguiéndose aquella tolerancia y resignación de otros tiempos ante los sufrimientos que acompañan de ordinario a la pobreza y escasez; y todavía, a la hoguera de rivalidades que, como hemos dicho, existen entre ricos y proletarios, para atizar más la envidia de los desheredados, viene a añadirse el ostentoso y excesivo culto que muchos tributan a su cuerpo, culto de ordinario acompañado de vergonzosas liviandades.

Y al hablar de esto, nunca podremos deplorar bastante la ceguedad de tantas mujeres de toda edad y condición, las cuales ridículamente engreídas por el deseo de agradar, no echan de ver que con la extremada locura de su modo de vestir, además de ofender a Dios, desagradan a todo hombre sensato. Y no se contentan con aparecer en público con adornos tales que la mayor parte de ellas los hubieran rechazado tiempo atrás como enteramente reñidos con la modestia cristiana, sino que se atreven a penetrar sin temor alguno en el sagrado templo, y a asistir a las funciones sacras, y hasta a presentarse en la Mesa Eucarística, donde se recibe al Autor de la castidad, ataviadas con los incentivos de feas concupiscencias. Y no hablemos de esas danzas —si una mala otra peor— que salidas de la barbarie, han irrumpido poco ha en los salones más elegantes, sin que sea posible encontrar cosa más a propósito que ellas para acabar con el último rastro de pudor. 

Benedicto XV, Encíclica Sacra Propediem, con ocasión del VII centenario de la fundación de la Tercera Orden Franciscana, 6 de enero de 1921.

Palabras del Director Nº 163 - Julio 2015 - Año XIV Familia numerosa, una bendición de Dios
Familia numerosa, una bendición de Dios
Palabras del Director Nº 163 - Julio 2015 - Año XIV



Tesoros de la Fe N°163 julio 2015


Los Videojuegos ¿Qué tienen de malo?
Nº 163 - Julio 2015 - Año XIV El hombre fue hecho para el cielo y no para esta tierra Familia numerosa, una bendición de Dios ¿Qué tienen de malo los videojuegos? Jesús expulsa a los mercaderes del Templo y elige a los Apóstoles Santa Verónica Giuliani Un mundo construido sin Dios y contra Dios San Gimignano



 Artículos relacionados
¿Creará el metaverso un infierno virtual en la Tierra? La propaganda lo anuncia como la próxima generación de Internet, que proporcionará intensas experiencias y abrirá nuevos mercados...

Leer artículo

La Sagrada Túnica de Nuestro Divino Redentor Quien llega a la pequeña ciudad de Argenteuil —hoy absorbida por la periferia urbana de París— no tiene idea del inmenso tesoro que guarda su antigua iglesia parroquial, hoy convertida en basílica menor...

Leer artículo

Insidiosa trama para disolver la familia Una observación banal y evidente es que hoy todo tiende a disgregarse, empezando por la familia. El esfuerzo continuo que los hombres ejercían para asociarse, teniendo en vista un bien común, tiende ahora a desarticularse...

Leer artículo

Remedio seguro contra la “coronafobia” El coronavirus domina los noticieros del mundo, provocando una psicosis rara vez vista en los tiempos modernos...

Leer artículo

Legitimidad y liderazgo En el centro de esta pintura está el emperador Francisco I de Austria (1768-1835). Con un uniforme de color claro, lleva puesto un bicornio con una pluma verde, su rostro alargado parece de marfil...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino

×