Lectura Espiritual Que no se haga mi voluntad, sino la de Dios

En la edición anterior se trató del amor eterno de Dios por sus hijos. En este número, presentamos algunas consideraciones de San Francisco de Sales sobre la conformidad con la voluntad de Dios, extraídas de la obra Pensamientos Consoladores.*


Los teólogos distinguen en Dios dos voluntades: la voluntad expresa y la voluntad de gusto o deseo.

La voluntad expresa comprende los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, los consejos, las inspiraciones, las reglas y constituciones. Nadie puede salvarse sin obedecer los mandamientos de la Ley y Dios y de la Iglesia, porque Dios quiere que los observemos para llegar al cielo. En cuanto a los consejos, Dios desea que los observemos, no como preceptos, sino sólo a manera del deseo y no de la orden. La voluntad de Dios se manifiesta en nosotros también por medio de las inspiraciones; Él no quiere, sin embargo, que las discernamos por nosotros mismos, sino que en caso de importancia recurramos a aquellos que estableció en jerarquía superior a la nuestra, para guiarnos y para que seamos totalmente sumisos a sus consejos y opinión. Las reglas nos manifiestan también sus voluntades, como otros tantos medios propios para alcanzar la perfección.

San Francisco Javier escucha, y sigue, el llamado divino y sacrifica su vida por la conversión de varias naciones del Oriente

Además de esta voluntad, existe también en Dios la voluntad de gusto, la cual debemos considerar en todo lo que nos concierne, favorable o adverso, en la enfermedad o en la salud, en la consolación y en la aflicción, en la muerte y en la vida, en todo lo que no es previsto, con tal que no sea contra la voluntad de Dios expresa, porque ésta debe ir antes de todo.

No miremos de forma alguna para la sustancia de las cosas que hacemos, sino a la honra que tienen por ser queridas de Dios, de estar en el orden de su Providencia y ser dispuestas por su sabiduría. La pureza de corazón consiste en estimar todo por el peso de la voluntad de Dios. […]

Nuestro centro es la voluntad de Dios. Él desea que yo ahora haga eso; Dios quiere esto de mí; ¿qué más es necesario? Mientras hago esto, no estoy obligado a hacer otra cosa.

Debemos saber que abandonar nuestra voluntad no es sino deshacernos de nuestra voluntad para dársela a Dios; porque de nada serviría renunciar y abandonarnos a nosotros mismos, si no fuese para que nos unamos perfectamente a la voluntad divina.

Pero sucede que algunos dicen: “Señor, coloco en vuestras manos mi espíritu, pero con la condición de que me des siempre consolaciones y nunca sufrimientos, y que también me des superiores que sean de mi agrado y en nada contraríen mi voluntad”. ¿No ves que eso no es entregar el espíritu en la mano de Dios? Cuando las cosas no suceden según lo esperamos, ocurre que el desánimo se apodera súbitamente de nuestros espíritus. ¿Y de dónde viene eso, sino de no colocarnos sin reserva en las manos de Dios?

Tomad por práctica cotidiana, cuando cualquier cosa os incomode, decir: “Que no se haga mi voluntad, sino la de Dios”. 



* P. Jean-Joseph Huguet  S.M., Pensamientos Consoladores de San Francisco de Sales, Livraria Salesiana Editora, São Paulo, 1946, p.86-93.
300 años de la obra mariana por excelencia San Pedro de Alcántara
San Pedro de Alcántara
300 años de la obra mariana por excelencia



Tesoros de la Fe N°130 octubre 2012


Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen - 300 años de la obra mariana por excelencia
Nº 130 - Octubre 2012 - Año XI La anticoncepción es un error Helado blasfemo Grande y misteriosa cosa es la herencia 300 años de la obra mariana por excelencia Que no se haga mi voluntad, sino la de Dios San Pedro de Alcántara Tatuajes: ¿Cómo explicarlo a los niños? Pobreza y esplendor



 Artículos relacionados
Excelencia del Avemaría La salutación angélica contiene la fe y la esperanza de los patriarcas, de los profetas y de los apóstoles. Es la constancia y la fortaleza de los mártires, la ciencia de los doctores, la perseverancia de los confesores y la vida de los religiosos...

Leer artículo

El Cruzado El primer aspecto que llama la atención en la escultura del hombre que figura en esta página es la forma en que está de pie. Tal escultura bien podría representar al cruzado en el apogeo de la Edad Media...

Leer artículo

Moderación, la gran exageración de nuestra época RESUMAMOS EN DOS PALABRAS nuestro artículo anterior. La exageración es un defecto que puede corromper cualquier virtud. El amor a la patria, por ejemplo, es una cualidad, pero la estatolatría es un defecto. La justicia también es una cualidad, pero su exageración puede transformarla en dureza y hasta en crueldad. La intransigencia es una virtud, pero si es llevada al exceso puede llegar al sectarismo. Y así en adelante...

Leer artículo

El misterio de las “tumbas” de Kamloops El supuesto descubrimiento de 215 cadáveres en fosas comunes sin identificar en el internado indio de Kamloops, en Columbia Británica, conmocionó a Canadá en mayo de 2021...

Leer artículo

La cocina de los ángeles El cuadro que ilustra esta página es una obra maestra de Murillo (1617-1682), en la que el gran pintor español retrata el milagro que ocurrió en la cocina de uno de los monasterios de la Orden de San Bruno...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino

×