Soy abogada y enfermera. Cuando participé en un congreso, una autoridad dijo que hoy en día los hombres le exigen mucho a las mujeres y que ellas no están preparadas para eso. Que los hombres no están obligados a la práctica de la castidad antes del matrimonio, mientras que las mujeres sí lo están. ¿Eso es verdad? Muchas veces la mujer no está preparada para la vida conyugal. ¿Si ella no encuentra un marido comprensivo, qué debe hacer? ¿Puede haber una experiencia prematrimonial?
Con relación a la guarda de la pureza, es un absurdo pensar que sólo las mujeres deben practicar la castidad y que lo mismo no es exigido a los hombres. El sexto mandamiento “No cometerás actos impuros” es inexorable para los dos sexos, y es completado por el noveno “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”, es decir, no cometer adulterio, aunque sea apenas de deseo. El Divino Espíritu Santo, valiéndose de San Pablo, nos alerta: “la fornicación, y toda especie de impureza, o avaricia, ni aún se nombre entre vosotros, ...ni palabras torpes... Porque tened esto bien entendido: que ningún fornicador o impúdico ... será heredero del reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5, 3-5).
San Alfonso María de Ligorio, Doctor y gran moralista de la Iglesia, dice que la falta que más personas lleva al infierno es el pecado de impureza. Lo mismo decía Jacinta, la vidente de Fátima que fue beatificada. Para que el matrimonio tenga buen resultado no es necesario tener “experiencia sexual”. Lo que asegura un matrimonio estable, más allá de un conocimiento satisfactorio que los cónyuges tengan de sí, es la afinidad de principios, y el deseo de ayudarse mutuamente en el proceso de santificación y en educar santamente a los hijos. Si el amor a Dios está presente en esa unión, ella será fecunda y duradera. Si se basa apenas en la pasión pasajera, en los deseos fugaces, ella no resistirá. Además, la propia naturaleza dispuso las cosas de tal forma que, a menos que se trate de casos patológicos, el acto conyugal —sobre todo legitimado por el sacramento del matrimonio— es realizado sin dificultad o trauma. Claro está que los novios deben ser prudente y discretamente esclarecidos al respecto antes del casamiento, para que no estén en completa ignorancia. Pero una información adecuada y casta, dada con respeto y en consideración a la santidad del matrimonio, está muy lejos de ser calificada como “experiencia prematrimonial”. No se utiliza a la persona humana para cualquier tipo de experimento, sea sexual, sea de cualquier otra naturaleza. Su intrínseca nobleza no permite eso. Además, en el caso en cuestión, se violarían directamente los mandamientos de Dios. ¡Pésima preparación para el matrimonio!
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