Ambientes Costumbres Civilizaciones La grandeza de darse por entero

Plinio Corrêa de Oliveira

Una bella fotografía. En ella observamos a un águila que se abalanza sobre algo que está más abajo.

El ave de rapiña desciende en picada con todas sus fuerzas, el pico hacia delante, la mirada fija, las garras en una actitud a la vez agresiva pero vigilante, con la posibilidad de desviarse y luego atacar en mejores circunstancias.

Es una combinación extraordinaria de capacidad de agresión y de defensa, de fuerza y de astucia.

El águila es muy bella, con su hermoso plumaje, su pico y sus lindos ojos. Representa, sobre todo, la grandeza. Presente en tres elementos:

En primer lugar, para el ataque que va a realizar, saca de sí todo lo que tiene. Da la impresión de una movilización total, en la cual los recursos de perspicacia, audacia, prudencia, firmeza y constancia no escapan a la capacidad de alterar sus planes. Todo confluye en un equilibrio extraordinario. Hay una grandeza en darlo todo por un fin determinado.

Otro elemento de grandeza es no tener proporción con lo que se ataca. De modo que, cuando avanza, ataca con tal superioridad, tan por encima, que casi no deja al ente atacado la posibilidad de reaccionar. Agarra, destroza y emprende vuelo. ¡Esto es grandeza! Nada se le resiste. Nada tiene un impulso que se le oponga. El águila acaba arrebatándolo todo.

Un tercer elemento de grandeza: el águila no guarda proporción con lo que intenta hacer. Parece una contradicción, pero no lo es. Viene de lo alto de una montaña, atraviesa abismos y precipicios para al final arrebatar un animal para alimentarse. Su presa no tiene proporción con el tamaño de los abismos que ha recorrido. Y este hecho es un elemento más de la grandeza del águila, ¡que llega a ser mayor que los abismos que ha superado!

¿Por qué Dios permite las calamidades? Una investigación
Una investigación
¿Por qué Dios permite las calamidades?



Tesoros de la Fe N°272 agosto 2024


El legado de la primera santa de América
Palabras del Director El derecho de los padres a la educación de sus hijos Restauración de Notre Dame y triunfo de la Iglesia Ejercicio Angélico Dios quiere que le hablemos familiarmente Santa Helena, Emperatriz ¿Por qué Dios permite las calamidades? La grandeza de darse por entero Una investigación



 Artículos relacionados
Capítulo 2: Tres pequeños pastores La vida familiar de Francisco y Jacinta no era diferente de la de Lucía en la piedad y el trabajo duro...

Leer artículo

La Virgen del Hacha Palco de grandes acontecimientos históricos, Viena, la capital de Austria, está repleta de museos, palacios y, sobre todo, de iglesias que recuerdan las incontables glorias de un país donde floreció la civilización católica...

Leer artículo

Origen, significado y eficacia del Santo Rosario1 Como madre de Jesucristo, la Virgen María es digna de toda alabanza. Por eso los cristianos, desde los primeros tiempos, ya la saludaban con las palabras del Ángel...

Leer artículo

Capítulo 12: ¿Y me quedo acá sola? En la segunda aparición, en junio, la Santísima Virgen prometió a Francisco y Jacinta llevarlos pronto al cielo. Pero con respecto a Lucía, le dijo:...

Leer artículo

San Cipriano de Cartago No disponemos de mayor información sobre los primeros años y la juventud de san Cipriano (Thascius Caecilius Cyprianus). Nacido hacia el año 210 en Cartago, metrópoli romana del norte de África, fue profesor de retórica antes de su conversión. Célebre orador y polemista, poseía una fortuna considerable y fue sin duda senador en su ciudad...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino

×