Joaquín Sorolla y Bastida, 1896, Museo Sorolla, Madrid Felipe Barandiarán A lo largo de su vida Sorolla estuvo en estrecho contacto con un amplio número de personas cultas, entre ellas el Dr. Simarro, sobresaliente científico comprometido con la renovación de la medicina en España. Su laboratorio, en el número 5 de la calle General Oraa de Madrid, era verdadero centro de formación de investigadores, como Santiago Ramón y Cajal, y también punto de encuentro de escritores, artistas y hasta políticos. El interés que la investigación del doctor suscitaba en su laboratorio absorbía por completo la atención de los concurrentes, sus discípulos. Sorolla fue testigo de ello al acudir al laboratorio para retratarle en un par de ocasiones y contagiado de aquel clima apasionado por el trabajo, decidió pintarlo en plena tarea. La descripción es del mismo Sorolla: “Una noche el doctor, rodeado de sus compañeros, hacía ante el microscopio delicados estudios de embriogenia. Había partido varios huevos de gallina sin encontrar en su interior los fenómenos que buscaba, cuando de pronto llamó la atención de sus discípulos y camaradas, que se agruparon ansiosamente para observar la función o el fenómeno, encontrados al fin. “Aquel grupo de cabezas inteligentes, ansiosas de saber, reunidas sobre el microscopio y heridas por la luz artificial, que iluminaba al propio tiempo todo un arsenal de aparatos, frascos y reactivos, me impresionó agradablemente, sugiriéndome la idea del cuadro, que empecé a pintar enseguida. “Y no hubo más. Terminado el retrato del doctor, seguí yendo a su laboratorio para pintar el grupo de noche y a la luz de un mechero Auer sobre un aparato de gas. Todos trabajábamos en el laboratorio: ellos, abstraídos en sus investigaciones, sin preocuparse poco ni mucho de mi persona; yo, ajeno por mi parte a sus trabajos científicos, y solo preocupado de las líneas, luces y colores de sus rostros, y en general de sus figuras. “Del efecto que el cuadro hiciera a la luz del sol, no quería ocuparme hasta el final. El lienzo no salía del laboratorio; y le hacía mi acostumbrada visita nocturna, y puede decirse que desde casa del Dr. Simarro ha ido a la sala de la Exposición donde hoy figura”. Aplicación, esfuerzo, y mucha perseverancia, es lo que le dio fama y destaque al Dr. Simarro con sus investigaciones y descubrimientos sobre los tejidos y fisiología del sistema nervioso. Dedicación y entrega en un mundo real, sin alucinaciones virtuales. Inteligencia natural y observación, valores que la invasión de la llamada “inteligencia artificial” pretende suplantar rumbo a un mundo quimérico.
|
El legado de la primera santa de América |
|
Canonización de Francisco y Jacinta Marto Declaramos y definimos como santos a los beatos Francisco Marto y Jacinta Marto, y los inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que, en toda la Iglesia, sean devotamente honrados entre los santos... |
|
Misión diplomática en Londres En la historia moderna, la Inglaterra protestante no ha salido bien parada. Todo lo contrario. Desde las sangrientas persecuciones contra los católicos en tiempos de Isabel I y Oliver Cromwell hasta la guerra global... |
|
Espontaneidad epicureísta y gravedad cristiana Una escena contemporánea de la vida familiar: dos parejas de esposos, en un rincón pintoresco, salen de picnic con sus hijos. ¿Algo de malo? ¡Pero cómo!... |
|
La Madonna de Monte Bérico Vicenza es una de las más antiguas ciudades del noreste de la península itálica, ubicada a orillas del río Bacchiglione... |
|
Variedad y unidad en las canciones de Navidad En las diferentes naciones, las canciones de Navidad varían según el carácter nacional, pero en todas ellas están siempre presentes las mismas notas adecuadas a la Nochebuena... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino