“¡Esto es Iglesia Católica! ¡Oh Iglesia Católica!” Es de noche en Venecia. En la Plaza de San Marcos la ola de turistas está ausente, las palomas están durmiendo, la catedral se presenta en su majestuosa soledad, espléndidamente iluminada, dejando percibir el blanco reluciente del mármol, sus pormenores y la línea general del conjunto. En esta magnífica catedral de San Marcos se distinguen tres profundidades. En primer lugar la arquería, que tiene como centro un arco mayor presentando un magnífico mosaico, y encima suyo una terraza. En seguida la parte superior de este primer cuerpo del edificio, con una especie de ojiva central muy grande donde se perciben los famosos caballos, dos torreones, y a cada lado ojivas muy abiertas coronadas con figuras. La tercera parte está constituida por la cúpula de la catedral y algunas pequeñas torres. La iluminación resalta la parte blanca del edificio, que así parece constituida de ladrillos de azúcar. Pero se notan también sombras llenas de misterio en aquella espléndida galería de arcos de la planta baja. Frente a esta catedral, se forma en nuestra mente una impresión dominante: el espíritu de fe con que ella fue construida; y, a partir de ese espíritu de fe, la aspiración de lo maravilloso y de lo grandioso manifestada en alabanza de San Marcos. Es uno de las mil destellos deslumbrantes del espíritu católico, que nos lleva a exclamar: “¡Esto es Iglesia Católica! ¡Oh Iglesia Católica!”
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![]() San Vicente FerrerEl Ángel del Apocalipsis |
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La altivez es el armonioso complemento de la humildad Porte varonil, de una fuerza llena de armonía y proporción, en que el vigor del cuerpo es como que penetrado y embebido por la presencia fuerte y luminosa de un alma grande. Trazos fisonómicos muy definidos, pero igualmente muy proporcionados... |
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Peregrinando dentro de un vitral Imaginemos un vitral en forma circular, o sea, un rosetón. Un mundo de colores diferentes. Dentro del conjunto de colores, se podría hacer un paseo: ora “entrar” en el cielo color de añil, ora en el dorado absoluto... |
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Museos: ¿osarios de la cultura? ¿QUIÉN NO SINTIÓ aún la frustración típica que asalta al hombre después de la visita a un gran museo? A lo largo de las salas y de las galerías en que las rarezas y las obras maestras están expuestas, el alma se va dilatando y enriqueciendo por la contemplación de mil maravillas... |
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