San Juan Bosco Dirigiendo la palabra a sus discípulos, Jesús continuó así: —“Vosotros sois la sal de la tierra. Ahora bien; si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se salará? De nada sirve, sino para ser arrojada al camino y pisoteada por la gente. Vosotros sois la luz del mundo; no se enciende la luz para ponerla debajo del celemín, ni para esconderla debajo de la cama o dentro de un tonel, sino que se pone en el candelero para que ilumine a todos los de la casa. Así debe brillar vuestra luz ante los hombres, a fin de que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Vuelto nuevamente al pueblo, prosiguió: —“No penséis que haya venido a anular la ley de Moisés o los oráculos de los profetas; al contrario, he venido para cumplirlos. En verdad os digo que, si vuestra justicia no fuere más abundante que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: ‘No matarás’. Pero yo os digo que el que se irritare con su hermano será sometido a juicio; y quien le dijere loco será reo del fuego del infierno. Si estás a punto de presentar tu ofrenda en el altar y te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, pon tu ofrenda a los pies del altar, y ve antes a reconciliarte con tu hermano, y luego vuelve a presentar tu ofrenda. Cuando vais a orar perdonad a los demás sus faltas, para que vuestro Padre Celestial, de igual modo, perdone vuestros pecados. Más si vosotros no perdonáis, tampoco os perdonará vuestro Padre Celestial. —“Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’; y los escribas han añadido: ‘Odiarás a tu enemigo’. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os persiguen y calumnian, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, el cual envía la luz del sol a buenos y malos, la lluvia a justos y pecadores. Porque si amáis solamente a los que os aman, ¿qué mérito tendréis? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludáis tan sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que los demás? ¿No hacen lo mismo los gentiles? Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos”. La intención del buen cristiano —“No hagáis las obras buenas para que os vean los hombres. Cuando hagas limosna, no toques la trompeta, antes bien, ignore tu mano izquierda lo que hace tu derecha; de suerte que tu limosna quede oculta y tu Padre, que ve en el secreto, te dará la recompensa. —“Y cuando hagas oración, entra en tu aposento y ora en secreto a tu Padre; y tu Padre, que ve en el secreto, te dará la recompensa. —“Cuando ayunes no pongas cara triste, para que no echen de ver los hombres que tú ayunas; y tu Padre, que ve en el secreto, te dará la recompensa”. ♦
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