Conmemoración de la Iglesia Padeciente o Purgante, formada por las numerosas almas que sufren en el Purgatorio, por las cuales debemos rezar.(*)
Notas:
(*) “A los que visiten algún cementerio y recen, aunque solo mentalmente, por los difuntos, se concede una Indulgencia Plenaria, sólo aplicable a los difuntos; diariamente, desde el día 1° al día 8 de noviembre, en las condiciones de costumbre. Esto es: confesión sacramental, comunión eucarística y oración en las intenciones del Sumo Pontífice; en los restantes días del año, Indulgencia Parcial (Enchir. Indulgentiarum, nº 13)”.
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Devociones marianas en el mundo |
Pentecostés, Jan Joest van Kalkar, c. 1505-08 – Óleo sobre tabla, Iglesia de San Nicolás, Kalkar (Alemania) |
Artículo de portada
La venida del Espíritu Santo Bajo la apariencia de lenguas de fuego, el Espíritu Santo descendió sobre la Santísima Virgen y los Apóstoles reunidos en el Cenáculo, concediéndoles inmensas gracias y dones muy especiales para el establecimiento de la Iglesia... |
Palabras del Director V
Estimados amigos:
En nuestra edición correspondiente a la Semana Santa del año pasado, reprodujimos extractos de la obra del Padre Augustin Berthe (1830-1907), Jesucristo, su Vida, su Pasión, su Triunfo, sobre la Ascensión de Jesucristo al cielo y la dilatación de la Iglesia Católica por toda la tierra. Ascensión que el autor comenta como una maravilla que se realizó de modo majestuoso y espectacular ante la mirada deslumbrada de la Santísima Virgen y de los Apóstoles.
Como Tema del Mes del presente número continuamos la narración, reproduciendo nuevos extraordinarios fragmentos de la célebre obra del redentorista francés. Después de comentar la gloriosa Resurrección de Jesús y su Ascensión, así como la formación que dio a los apóstoles y discípulos para difundir sus enseñanzas a todos los pueblos, el autor pasa a describir otro acontecimiento al mismo tiempo formidable y maravilloso: Pentecostés, es decir, la venida del Espíritu Santo bajo la forma de lenguas de fuego, sobre María Santísima y los Apóstoles reunidos en oración en el Cenáculo.
Este portentoso hecho es contemplado en el tercer misterio glorioso del Santo Rosario. De las piadosas meditaciones que Plinio Corrêa de Oliveira escribió oportunamente al respecto, destaco este comentario suyo:
“Los Apóstoles, hasta entonces tibios, de horizontes estrechos y llenos de miedo, se transforman instantáneamente en almas ardientes de celo por la gloria de Dios. Pidamos a María, Esposa del divino Espíritu Santo, que pronuncie una sola palabra en nuestra alma —tan débil, tan tibia y tan cargada de pecados— y ella será inmediatamente transformada”.
Deseándole al Papa León XIV, a la Santa Iglesia y a nuestros lectores renovadas gracias al modo de un nuevo Pentecostés, me despido.
En Jesús y María,
El Director
Estimados amigos:
En nuestra edición correspondiente a la Semana Santa del año pasado, reprodujimos extractos de la obra del Padre Augustin Berthe (1830-1907), Jesucristo, su Vida, su Pasión, su Triunfo, sobre la Ascensión de Jesucristo al cielo y la dilatación de la Iglesia Católica por toda la tierra. Ascensión que el autor comenta como una maravilla que se realizó de modo majestuoso y espectacular ante la mirada deslumbrada de la Santísima Virgen y de los Apóstoles.
Como Tema del Mes del presente número continuamos la narración, reproduciendo nuevos extraordinarios fragmentos de la célebre obra del redentorista francés. Después de comentar la gloriosa Resurrección de Jesús y su Ascensión, así como la formación que dio a los apóstoles y discípulos para difundir sus enseñanzas a todos los pueblos, el autor pasa a describir otro acontecimiento al mismo tiempo formidable y maravilloso: Pentecostés, es decir, la venida del Espíritu Santo bajo la forma de lenguas de fuego, sobre María Santísima y los Apóstoles reunidos en oración en el Cenáculo.
Este portentoso hecho es contemplado en el tercer misterio glorioso del Santo Rosario. De las piadosas meditaciones que Plinio Corrêa de Oliveira escribió oportunamente al respecto, destaco este comentario suyo:
“Los Apóstoles, hasta entonces tibios, de horizontes estrechos y llenos de miedo, se transforman instantáneamente en almas ardientes de celo por la gloria de Dios. Pidamos a María, Esposa del divino Espíritu Santo, que pronuncie una sola palabra en nuestra alma —tan débil, tan tibia y tan cargada de pecados— y ella será inmediatamente transformada”.
Deseándole al Papa León XIV, a la Santa Iglesia y a nuestros lectores renovadas gracias al modo de un nuevo Pentecostés, me despido.
En Jesús y María,
El Director
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino